En La Voz de la Escuela queremos que lo paséis en grande este verano. Que sean unas vacaciones únicas, gloriosas. Y para eso les hemos pedido a nuestros colaboradores, divulgadores de saberes y personas muy curiosas, que os propongan actividades. La mayoría nos han traído una primera para niños de 12 años y una segunda para jóvenes de 16. Pero echad un vistazo, porque el verano es un sentimiento, no tiene edad:

Marcos P. MaldonadoDirector de la red de Museos Científicos Coruñeses

Dormir a pierna suelta, andar en bici, nadar, leer, iniciarse en algún deporte, pasear por el campo, aprender a arreglar cosas, bailar, cocinar, escuchar música, conocer gente nueva, viajar (no hace falta que sea muy lejos), probar comidas distintas y disfrutar de las personas que queremos. Está claro que los buenos planes de verano funcionan durante toda la vida, quizá porque son sencillos, nos conectan con la naturaleza y con otras personas y nos ponen en situación de aprender cosas nuevas animados por la curiosidad.

■ Mirar al cielo. Con este espíritu, os propongo aprovechar que en verano hace buen tiempo y no tenemos que madrugar para disfrutar de la noche y del cielo nocturno. La idea es preparar una observación astronómica buscando un lugar adecuado, lejos de las farolas. Para ello hay que planificar la intendencia (abrigo, linternas, agua y algo de comida) y buscar información sobre lo que nos podemos encontrar (hora y lugar donde se pone el sol, los sonidos de aves, anfibios y otros animales nocturnos que podamos identificar y las estrellas, planetas y constelaciones que veremos en el firmamento).

Pepe Ponte Far. Profesor jubilado y escritor

La libertad y la despreocupación de las que gozáis como estudiantes se irá perdiendo con los años. Hay que aprovecharlas para divertirse y para aprender vivencias —humanas, culturales y sociales— que os ayuden en la edad adulta. Todo lo que sirva para formaros como personas debe interesaros. Para ello os propongo unas actividades muy positivas:

■ Cocinillas. Aprende a cocinar platos muy sencillos: freír un huevo, unas patatas, atreverse con una tortilla, con unos espaguetis, freír un bistec, preparar una ensalada… Con la ayuda de algún mayor puedes ir aprendiendo algo que te será muy útil.

■ Ejercicio cultural. Recorre en bici o a pie el territorio de tu municipio para hacer un informe de las iglesias, cruceros, conventos, pazos y monasterios. Puedes diseñar un cuaderno (incluso digital) con los datos que recojas y que ilustrarás con fotos.

■ Aventuras para todos. Leed La isla del tesoro, Robinson Crusoe o El bosque animado. Mejor, las tres.

Patricia Barciela. Directora técnica de la Domus

El verano es una estupenda oportunidad para hacer experimentos, y sobre todo al aire libre.

■ Explota una sandía. ¿Cuántas gomas elásticas se necesitan para hacer explotar una sandía? Rodea la sandía con gomas elásticas. Verás que las gomas rompen poco a poco la estructura de la corteza hasta que ya no puede mantenerse unida. En este experimento la energía potencial de una goma elástica estirada se convierte en energía cinética cuando la goma elástica se contrae para intentar volver a su tamaño original. Este cambio de energía potencial a energía cinética corta la sandía por la mitad y hace que parezca que explota. Ponte gafas como equipo de seguridad.

■ Una creciente serpiente de azúcar (se necesita a un adulto). Esta es una llamativa reacción química para la que necesitas azúcar, bicarbonato de sodio y arena. Mezcla en un bol cuatro cucharaditas de azúcar con una de bicarbonato de sodio. Llena un molde con arena, crea un montículo y haz un hueco en el centro. Vierte líquido para barbacoas en el montículo y en el hueco. Pon la mezcla de azúcar y bicarbonato en el centro del montículo. Enciende con cuidado la arena cerca de la mezcla de azúcar (un adulto debe realizar este paso si es necesario). La mezcla del azúcar y del bicarbonato de sodio comenzará a burbujear y a volverse negra. Mientras la mezcla arde, observa cómo tu serpiente empieza a crecer.

Miguel Barral. Divulgador científico y escritor

■ Coleccionista. Mis veranos (tanto antes, cuando era niño, como ahora) están ligados a la playa: interminables jornadas de fútbol, baños y concursos para ver cuál de los primos juntaba la colección más impresionante y variada de conchas. Una competición que reedito con mi hija y sus amigas.

■ Ambientalista. Unas conchas que más tarde, en casa, sirven para ver y entender cómo la acidificación de los océanos —un grave problema ambiental consecuencia de las emisiones masivas de CO2 a la atmósfera— afecta a los invertebrados marinos con concha. Para ello no tienes más que introducir las conchas en recipientes con agua y añadir un generoso chorro de vinagre para acidificar el medio. Verás cómo comienzan a liberarse burbujas de CO2 de la concha, consecuencia de su descomposición, y, si las dejas el tiempo suficiente, podrás comprobar cómo se van degradando.

■ Ecólogo. No solo eso, también podrás estudiar qué organismos marinos la sufren más: si a los moluscos bivalvos (filo Mollusca) o a los crustáceos (filo Arthropoda), teniendo en cuenta la composición de las conchas de los primeros y los exoesqueletos de los segundos. Y también si hay especies dentro de cada grupo a las que afecta en mayor medida o más rápidamente.

Antonio Sandoval. Escritor y divulgador ambiental

Pasé infinidad de horas de mis veranos de niño recorriendo bosques, orillas, prados… En esos paisajes observaba aves, insectos o anfibios y reptiles, identificaba plantas y dibujaba y escribía acerca de cuanto encontraba. Además, leía todos los libros sobre naturaleza que me llegaban. Aquellos meses siempre estarán entre los más felices de mi vida.

■ Cuaderno de campo. Elabora un cuaderno de campo de tu verano. Mejor en formato de libreta: apunta y dibuja en ella las especies animales y vegetales que encuentres en tus paseos naturalistas. También tus dudas, para resolverlas después. Y algunas reflexiones, si te apetece. Para cada salida, anota la hora, el tiempo que hace, el lugar, el recorrido…

■ Descubridor. Elige un espacio natural próximo a donde vayas a pasar parte del verano, o todo, e investiga sobre él como si fueras la primera persona que lo explora. ¿Qué especies de fauna y flora alberga? ¿Cuál es su historia? ¿Sus recursos naturales se aprovechan de alguna manera? ¿Está bien conservado? Haz fotos y apunta tus hallazgos.

Susana Pérez Castelo. Divulgadora científica

Llega el tiempo de disfrutar de las actividades en espacios abiertos, en contacto con la naturaleza. Tiempo de experimentar sensaciones, como el sonido de las olas en la playa, del agua en el río, la calidez de la arena en los pies, los aromas del mar, el campo, o la magia de contemplar una noche estrellada.

■ Hidratación. Mantenerse bien hidratado es especialmente importante cuando hace mucho calor o se realiza un ejercicio intenso. ¿Sabías que perdemos a diario entre 2 y 2,5 litros de agua, sobre todo con la orina y el sudor, pero también por evaporación a través de la piel y por las vías respiratorias? Echa aire de tu boca sobre un espejo o un cristal: ¿qué observas?

Fernando Pariente. Profesor y gestor educativo jubilado

En mi primer curso de profesor en A Coruña viví una experiencia sorprendente. Mi colegio celebraba su particular fiesta de San Juan y montaba una cacheira de las buenas. Primero la sardiñada y luego la lumeirada. Lo curioso fue el combustible principal de las llamaradas: algún libro de texto y muchos cuadernos de trabajo volaban convertidos en chispas y cenizas. El curso disuelto en una pira purificadora. Perplejo, pregunté a un compañero con más veteranía y experiencia:

—¿Pero esto es educativo?

—Míralo de este modo —contestó—. No se trata de una hoguera nazi, sino de un símbolo de que el curso académico terminó con sus clases obligadas, sus asignaturas y programas determinados. Se acabó el tiempo del aprendizaje reglado y las obligaciones pautadas, convertidas esta noche en humo. Llega el momento de la iniciativa personal. Verano no quiere decir holganza ni renuncia a aprender cosas nuevas, verano quiere decir protagonismo y decisiones propias. Fiel a esta idea, te invito a que en estas próximas vacaciones te enfrentes a retos y objetivos que te propongas por tu propia iniciativa e interés.


■ Propósitos. Reflexiona sobre estas ideas y a la luz de tus conclusiones organízate un trabajo con algún plan que te interese. Por ejemplo: conocer mejor la historia de tu pueblo o tu ciudad. Pero organízate bien. Márcate un objetivo concreto y prepárate un plan eficiente para conseguirlo. Es imprescindible que definas muy bien lo que te propones, que establezcas las acciones que necesitas acometer para conseguirlo, que establezcas un orden para realizarlas, que calcules el tiempo necesario para completarlas… Solo después de toda esa planificación bien establecida podrás acometer tu empresa con garantías de llevarla a término.

Bibiana García Visos. Divulgadora

El verano del 2022 durará 93 días y 16 horas, aunque según los años que tenga quien esté leyendo esto podrá llegar a parecerle el doble o la mitad. Hasta cierta edad, los veranos son eternos, tanto se alargan que da tiempo a que crezcamos unos centímetros. Incluso volvemos curiosos a clase a ver cómo han cambiado los demás. Sin embargo, a la par que dejamos de crecer en altura, el estío parece encoger y las vacaciones comienzan a pasar muy rápido. ¿Lo de que el tiempo es relativo será esto?

■ Conócete a ti mismo. Mide tu altura y el largo de tu pelo al comienzo del verano. Repite las medidas semanalmente hasta que acabe la estación. Anota los datos en una tabla. ¿Cuántos centímetros has crecido tú? ¿Y tu pelo? ¿Todas las semanas habéis crecido lo mismo? ¿Quién crece más rápido?

■ El año sin verano. La erupción de un volcán impidió la llegada del estío de 1816, conocido como el año sin verano. Aquel raro ambiente para unas vacaciones propició que cuatro amigos se retaran a escribir el relato de mayor tristeza, de donde salió Frankestein, de Mary Shelley. Lee esa novela e intenta imaginar el ambiente en el que fue escrita.

Álex Martín. Abogado

El verano y yo hemos sido siempre sentidos opuestos. De niño era un tiempo muy largo en el que no sabía qué hacer para no aburrirme. A veces acompañaba a alguno de mis primos mayores a pasantía, porque ellos tenían siempre algún suspenso que recuperar, y aguardaba fuera a que saliesen, con envidia de no ser yo el suspendido y así poder andar por ahí con cuadernos y un bolígrafo. En la carrera descubrí que estudiar en verano era una cosa muy difícil y entonces me pareció que la playa no estaba mal.

■ Adentrarse en la justicia. Una buena forma de ocupar el tiempo en verano y de paso adentrase en el mundo del derecho y conocer mejor nuestra sociedad es un buen libro de trama judicial. Matar un ruiseñor, de Harper Lee; Testigo de cargo, de Agatha Christie o las escritas por Scott Turow o Johh Grisham, son buenos ejemplos.

Manuel Miramontes. Divulgador

El verano es un momento para cambiar de costumbres y hacer cosas que no pudimos hacer durante el curso. Divertirnos, estar con los amigos, disfrutar de la naturaleza… Es un momento ideal para observar cualquier cosa que nos apetezca. Os propongo dos ejemplos para mirar el mundo que nos rodea desde otro punto de vista.

■ Mirando al cielo. La observación del tiempo atmosférico ha sido muy importante a lo largo de la historia, y hoy es toda una ciencia. El verano es un buen momento para mirar al cielo, la forma de las nubes, las sensaciones de calor, frío, bochorno… Pídeles a personas mayores que te digan refranes relacionados con el tiempo. Y, si puedes, comprueba si se cumplen.

■ Divertirnos juntos. Fíjate en los espacios donde estás a gusto durante el verano, especialmente con tus amigos. Prueba a visitar todos los parques infantiles del lugar donde pasas el verano. ¿Qué atracciones os gustan más? ¿Cuáles menos? ¿Qué es lo que hace que unos sean más atractivos y cómodos que otros? Puedes hacer lo mismo con parques u otros sitios en los que os guste quedar.

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