Antonio Sandoval
Llega con un vuelo rápido y directo justo cuando el Sol asoma tras el horizonte. Se posa en lo alto de una antena, coge aire, hincha las plumas de su pecho y se pone a cantar al universo entero con un entusiasmo de lo más contagioso: ¡así se empieza el día!
Es un estornino negro, una de las aves más comunes en todas nuestras ciudades y pueblos. En su negro plumaje, a la luz directa de esta nueva mañana, brillan lustrosos destellos irisados.
Sus patas son rosas. Su pico, de dos colores… Y su canto, una mezcla de lo más personal, creada con los que para él son los mejores sonidos de cuantos suenan en este barrio, y en el resto de lugares que frecuenta.
Y es que estos pequeños pájaros son capaces de imitar a muchas otras aves, y en consecuencia de convertirse, así, en una especie de archiveros de buena parte de la banda sonora de donde viven. Por ejemplo, la de los alrededores de tu centro escolar: busca sobre azoteas y tejados a ver si detectas algún estornino.
Nacer en un ikebana
Estas aves no solo son artistas de la mezcla sonora. Resulta que cada macho de estornino negro decora su nido con flores, pétalos y hojas verdes. A continuación, las hembras deciden, tras visitar varios de esos ikebanas, cuál de esos cuencos es el ideal para traer al mundo su familia.
Entonces les toca a ellas: aportan algo de plumón, trocitos de lana y otros materiales que hagan más cómodo el ambiente. Y ponen sus huevos, entre tres y siete. Los dos miembros de la pareja se encargan de la incubación durante unas dos semanas, hasta que nacen unos pollitos desplumados.
Pandillas ruidosas
Los pollos se toman algo más de veinte días en crecer y abandonar su hogar. Y otros quince o veinte en ser independientes. A partir de ese momento forman ruidosas pandillas que se reúnen en los parques, jardines, patios de colegios…. Poco después, si no hace muy mal tiempo, sus padres se ponen manos a la obra para criar otra familia más.
En otoño todos ellos formarán bandadas grandes para acudir a comer a las afueras. Y más grandes aún para dormir en árboles bien abrigados, a menudo en compañía de los estorninos pintos, muy parecidos, pero que crían en el norte de Europa.
El estornino de Mozart
El compositor Wolfgang Amadeus Mozart tuvo durante tres años, a modo de mascota, un estornino pinto. Llego a tomarle mucho cariño, e incluso incorporó su canto a una de sus composiciones: su Concierto para piano n.º 17 en sol mayor, K. 453.
En expansión en España
Según el Atlas de las aves reproductoras de España, elaborado por SEO/BirdLife, en Galicia tenemos en torno a medio millón de estorninos negros. En el total de España viven cerca de 10 millones, sobre todo en ciudades y pueblos, zonas periurbanas y cultivos de numerosos tipos. En cuanto al estornino pinto, solo cría en Cataluña, y en una estrecha franja entre Astiruas y Navarra, además de en algunos puntos de Aragón.
Para saber más. Escucha el Concierto para piano n.º 17 en sol mayor, K. 453.