Instituto As Barxas (Moaña)
Profesores:
  • López, Xacobe

La situación de la mujer en España es preocupante; no obstante, las cifras nos demuestran una mejoría general

A pesar de la notoria mejoría en el ámbito laboral, la situación sigue sin ser favorable para las mujeres. Solo el 14% de las mismas ocupan altos cargos en las empresas. Uno de los motivos por los que sucede esto es el conocido como «sentimiento de culpabilidad materna»: un estereotipo de maternidad según el cual el cuidado de los niños es responsabilidad de la madre. Para lograr la igualdad real, en este sentido, el Gobierno ha implementado medidas como el Plan Corresponsables «que ha permitido que existan bolsas de cuidado para la infancia y las familias puedan conciliar de forma responsable», afirma Ángela Rodríguez, secretaria de Estado de Igualdad. Las mayores beneficiadas serán las mujeres, pues en todo el mundo, son ellas quienes dedican aproximadamente el doble de tiempo a cuidados y trabajo en casa, en comparación con los hombres. 

Dentro de las discriminaciones en el ámbito laboral, también encontramos la brecha salarial, diferencia de sueldo entre géneros y etnias; y el techo de cristal, que sucede principalmente en grandes empresas, provocando una dificultad mayor hacia el ascenso y la obtención de importantes cargos para las mujeres.

Pero la violencia machista no se limita solamente al ámbito laboral, continúa habiendo «una cultura de la violación que legitima la violencia sexual contra las mujeres», sentencia Rodríguez. Por eso, desde el Ministerio informan de que «han ampliado el teléfono 016 a todas las formas de violencia machista» y que, además, se atiende a través de WhatsApp. «Las cifras nos respaldan: cada vez más mujeres llaman a este teléfono, lo cual implica que existe mayor conciencia y conocimiento de estos recursos». Por otra parte, se están creando Centros de Crisis en todas las provincias españolas cuyo objetivo es atender a las víctimas de violencia sexual.

De forma similar, Rodríguez adelanta la próxima creación de un teléfono «para que cualquier persona que sufra una discriminación por ser LGTBI tenga asistencia psicológica y jurídica gratuita». Muchas veces, la violencia psicológica es más peligrosa que la física, ya que pasa más desapercibida. Dos de las más comunes son la luz de gas y la violencia vicaria. Por violencia de luz de gas se conoce el método de hacer que la víctima crea que ha tenido un error o alteración de la memoria, lo que provoca complejo de inferioridad y pérdida de la autoestima. La violencia vicaria es aquella que trata de infligir daño a la víctima a través de agresiones a sus hijos o hijas.

Otra forma de violencia psicológica podría ser hacer escuchar el «latido fetal» a las personas que deseen abortar. Esta propuesta, sugerida hace unas semanas por el vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, va en contra de las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y profesionales de la salud sexual y reproductiva: «Cuando una mujer no recibe una atención para el aborto segura, asequible, oportuna y respetuosa y se la estigmatiza por abortar, su bienestar físico y psíquico puede verse afectado durante toda la vida», señala Ángela Rodríguez. Con intención de mitigar el sufrimiento físico y psíquico, se ha promulgado una reforma de la ley del aborto (recientemente ratificada por el Tribunal Constitucional) que permite que las jóvenes de más de 16 años puedan ser libres de decidir si quieren abortar durante sus primeras 14 semanas sin necesitar el permiso de sus tutores legales: «Con la nueva ley del aborto se pone en el centro el derecho a decidir de las mujeres».  

Respecto al derecho a decidir, también se han oficializado otras leyes, las más destacables son la ley del «solo sí es sí» y la trans. La ley del «solo sí es sí» pretende cambiar la forma de juzgar los delitos sexuales: desaparece el delito de abuso sexual y queda solo el de agresión sexual, que antes solo se aplicaba cuando se demostraba violencia o intimidación. En cuanto a la ley trans, los mayores de 16 años podrán cambiar de género en el Registro Civil sin tener que aportar informes médicos o psicológicos, ni estar en proceso de hormonización o haberse sometido a operaciones para modificar su apariencia. También podrán cambiar de género los menores de 14 a 16 años en el Registro Civil, acompañados de sus tutores legales, y los menores de 12 a 14 años podrán hacerlo con autorización judicial.

Para valorar la evolución de la violencia machista en España a lo largo de los últimos años, desde este medio, se ha querido contar con la opinión de Digna Edita del Río, la primera gallega que logró denunciar y hacer públicas las agresiones de su entonces marido en los años 90. A Dina, como se la conoce familiarmente, le preocupa sobre todo «que las niñas desde los doce años ya son víctimas de chavales» y que estos «las tienen como amenazadas con el móvil, preguntando por su vestimenta, adónde van y de dónde vienen… Las niñas de ahora deberían saber que eso es violencia y machismo». Y sentencia: «No, eso no es porque las quieran o porque las vean guapas, es porque quieren dominarlas».

Por otra parte, el doctor de atención primaria, José Gestido, advierte que los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) «adquieren relevancia dentro de los trastornos psicoemocionales que afectan a la población adolescente». Según él, la mayoría de los estudios sobre esta cuestión indican que se produce un incremento de estos trastornos en los adolescentes, especialmente en las mujeres. Las causas de este incremento parecen residir en dos factores: por una parte, «pueden ser un mecanismo que utiliza el paciente para aliviar la angustia generada por otro trastorno (ansiedad, depresión o trastornos de personalidad)»; por la otra, «parece que también la exposición mediática, social, en redes, de una manera más intrusiva, más accesible y constante a un canon de belleza que premia la figura esbelta y excesivamente delgada entre las mujeres pueda estar generando una necesidad por parte de la sociedad de igualar esos cánones», declara el doctor.

«Aunque las estadísticas nos señalen que queda mucho camino por delante, vamos conquistando importantísimos derechos mientras avanzamos», confiesa Ángela Rodríguez. Según ella, «podemos sentirnos orgullosas» de los resultados que sitúan a nuestro país en los «primeros puestos en cuestión de igualdad».

 

Digna Edita del Río, la primera mujer gallega en denunciar las agresiones de su marido y hacerlo público en los 90: «La vida no es vivir debajo de un hombre que te maltrata, ni que no te deja vivir, ni a ti ni a tus hijos»

¿Cómo se dio cuenta que estaba siendo víctima de malos tratos?

—Al principio no te das cuenta, iba todo normal, pero con el tiempo te das cuenta de que hay respuestas, preguntas, actitudes. Hay culpa y no sabes el porqué. Poco a poco eres consciente de que estás metida en una situación que ni siquiera eres capaz de saber lo que es. Por un lado te sientes culpable, porque no sabes identificarlo aunque haya muchísimas pruebas de que son malos tratos. Después esa situación pasa a que no te deje gestionar el dinero, que te pida cuentas, qué ropa te pones. Te pregunta: ¿Por qué te vistes así? 

Esto me pasó cuando estaba casada, aunque era muy joven, tenía quince años. En esa época no sabía qué significaban todas esas cosas. Y luego ya, cuando te vas dejando porque no sabes bien lo que pasa, te das cuenta de que las actitudes son de otro tipo, han evolucionado mucho, ahora son con violencia, con malas contestaciones, con abuso de poder y físico. De las palabras se pasa a la mano, de la mano a la paliza, luego ya estás metida en un círculo vicioso en el que no entiendes nada, pero te sientes culpable. Te sientes culpable de lo que está pasando. Piensas que tú eres la culpable de lo que está ocurriendo. Tienes miedo por tus hijos, miedo de que se forme una situación que dañe a los demás y entonces te callas: te lo callas pensando que las cosas así se iban a arreglar y cada día se va convirtiendo en un embrollo, cada día más grande. Cada vez sabes menos cómo salir de ahí, hasta que, al final, la situación es tan insostenible, no ya para ti, si no para tu familia y acabas por tomar una decisión que a veces no es fácil. 

—¿Qué le dio la valentía para denunciar los abusos de su ex-marido?

—Precisamente fue una hija. Un día, él me quiso dar con una botella. Me iba a dar en la cabeza, yo empecé a gritar y ella salió en mi defensa y entonces me dijo: «Mamá, tienes que dejar a este hombre». Yo le dije: «No puedo por vosotros ¿Qué va a ser de nosotros?». Y me contestó: «No, es por ti, que no tienes valor, si fuera por nosotros hace tiempo que lo habrías dejado». Fue cuando me empecé a dar cuenta de que mis hijos estaban sufriendo lo mismo que yo y, a partir de ahí, lo empecé a poner en marcha. Hasta que un día dije que me iba, que me marchaba, y me quiso matar con un cuchillo. Me lo puso más fácil porque me di cuenta de que si no moría aquel día, moriría cualquier día en sus manos. Entonces ya nos fuimos todos de casa y a partir de ahí, empezamos una vida muy difícil. Tampoco teníamos mucho apoyo, pero fue empezar a vivir de nuevo, fue la mejor decisión de mi vida.

—¿En esa época estaba mal visto denunciar? ¿Recibió apoyo familiar?

—No, en aquella época no te podían apoyar. No te apoyaban porque estaba mal visto: los trapos sucios había que ocultarlos en casa, no se podía decir lo que pasaba. Incluso, cuando salía en televisión, recibía amenazas de qué andaba haciendo por la televisión, contando mi vida. Pero yo lo que quería era que las demás mujeres supieran que hay otra vida. La vida no es vivir debajo de un hombre que te maltrata, ni que no te deja vivir, ni a ti ni a tus hijos. Porque el hombre que maltrata a su mujer también maltrata a sus hijos, eso también hay que tenerlo muy en cuenta. Y si no lo haces a tiempo, cada vez es más difícil, porque va cogiendo más poder, yo me di cuenta con el tiempo de que cada vez era menos persona, me convertí en nada.

Entonces, quería que las mujeres supieran que había que tomar medidas. Yo estuve 23 años aguantando los abusos, pero no creo que se pueda llegar a soportar tanto tiempo, ni semejantes cosas.

¿Cómo se vio afectada socialmente tras la denuncia? ¿Tuvo problemas para encontrar trabajo o reconstruir su vida?

—La denuncia fue por vejaciones, porque ni siquiera podías defenderte, y la ley no te protegía. Entonces me vi afectada porque la denuncia no era para una mujer maltratada, sino para una mujer que tenía vejaciones, que se quería separar. Incluso en la demanda, yo tenía cinco hijos, eran tres menores y ni siquiera se nombró por el Ministerio Fiscal. La demanda fue anulada, por lo que hubo que volver a denunciar y volver a empezar de nuevo. Tuve dificultades con el abogado porque prácticamente le dejaba todo a él. A mí no me daba mis cosas personales y todo lo que había dentro de casa, todo se lo quedó él. Se quedó la casa y yo me tuve que marchar con cinco hijos a la calle. Tuve la suerte de que encontré un empleo. Trabajaba entre 14 y 16 horas para darle de comer a mis hijos. Porque ni siquiera sé si el abogado estaba a favor de él o eran las leyes en aquella época, pero no me dieron la pensión de alimentos para mis hijos, con lo cual tuve que esperar tres años y medio para denunciar y conseguir la sentencia para que me pudiera pasar una pequeña cantidad. Pero hasta tres años y medio después, tuve que arreglármelas sola para poder alimentarlos y que fueran al colegio. Esas fueron algunas de las dificultades.  

—Usted ha formado parte de diversas plataformas, ¿cómo pueden ayudar estas en el acompañamiento de las víctimas? 

—Me encontré con la plataforma de Madres en acción y empecé a trabajar con ellas: ayudábamos a niñas y mujeres, acompañándolas, llevándolas a juzgado, buscándoles psicólogos, llevándolas al hospital… Siempre las acompañábamos en todo lo que necesitaban. Y ellas se sentían más tranquilas y más acompañadas. 

—Desde que usted denunció, ¿cómo cree que ha evolucionado la situación? ¿Cree que ha mejorado? ¿Hay menos machismo?

—Cuando otras mujeres y yo denunciamos en aquel momento, hubo como una fuerza de apoyo hacia nosotras. Pero, últimamente estoy viendo que las niñas desde los doce años ya son víctimas de chavales, de niños de doce, catorce, dieciséis años y no van solos, van en manada, van en grupo, las tienen como amenazadas, con el móvil, que si de dónde vienes, a dónde vas, quién te ha llamado, por qué vistes así, todo eso. Las niñas de ahora deberían saber que eso es violencia y machismo y no pensar: «Se preocupa por mí porque me dice porque voy guapa y me llama». No, eso no es porque las quieran o porque las vean guapas, es porque quieren dominarlas. Esa es mi forma de verlo .

—¿Qué cree que falta por mejorar?

—Muchísimas cosas, hay una cosa que quería decir: que las personas deberíamos respetarnos. No es que sean los hombres solo los malos, ni los hombres sean machistas, sino que los educan en machismo, no porque sean machistas en sí. ¿Quién educa a los niños? Las madres. Normalmente las madres educamos a nuestros hijos porque los padres trabajan, llegan tarde a casa, tienen otras actividades… Pero quien realmente educa a los niños somos las madres, yo creo que tenemos mucho que ver en porque los niños ahora, tan jóvenes, están haciendo esas cosas, esa faceta de violencia. Pero también las niñas tienen que saber que no todos son machistas y también hay que respetar por igualdad. Los niños y las niñas deben de respetarse por igualdad, ellos son niños, ellas son niñas. Hay que ser consciente de eso.

—¿Qué consejo le daría a una persona que está sufriendo malos tratos?

—Una persona que está sufriendo malos tratos, no está viviendo. Ninguna persona debería sufrir malos tratos. Lo que tiene que hacer es denunciar, pedir ayuda, que hay muchas personas y muchas instituciones a donde pueden ir. Porque eso no se acaba nunca, cuando sufres malos tratos, eso nunca se acaba si no lo rompes. Cada vez se va haciendo una bola más grande. Entonces lo primero es decírselo a una persona de confianza: me pasa esto. Nadie debe sufrir malos tratos y guardárselos, porque además la otra persona coge más poder. Tú te vas menguando y la otra persona va creciendo. Es como una debilidad. Yo creo que el machismo es un complejo de inferioridad del maltratador, entonces cuanto más pequeña sea la persona que lo sufre, más grande es el que la hace sufrir.

LOS AUTORES
  • Alonso Duduletz, Paula
  • Antepazo del Ojo, Rubén
  • Antepazo Santomé, Sara
  • Blanco Fernández, Sofía
  • Bragado Rivas, Naiara María
  • Currás Abal, Uxío
  • Duduletz Santiago, Nicolás
  • Estévez Fernández, Pedro
  • Fabeiro Cabaleiro, Ada
  • Fernández Fernández, Antonio
  • González Fervenza, Oihane
  • González Guzmán, Dorian Rafael
  • González Juncal, Gael
  • Gregorio González, Evelyn
  • Juncal Vázquez, Sara
  • Blanco Pérez, Antía
  • Currás García, Aroa
  • Del Río Pena, Sabela
  • Fervenza Budiño, Claudia
  • Gestido Juncal, Rubén
  • González Palmás, Yago
  • Justel Martín, Eva
  • Lorenzo Ferreira, Ángel
  • Martínez Budiño, Marina
  • Méndez Pérez, Carla
  • Neiva Freire, Zaira
  • Nogueira Pena, Carmen
  • Pardavila Antepazo, Andrea
  • Piñeiro Castillo, Naiara
  • Rial Salgueiro, Emma
  • Rodríguez Fervenza, Darío

José Gestido, doctor de atención primaria: «Creo que es una asignatura pendiente apoyar anímicamente a las mujeres que toman la decisión de abortar»

—¿Cuál es su opinión general sobre la ley del aborto, ha mejorado la situación con respecto a la ley anterior?

—En mi opinión, tras 13 años de vigencia de la ley previa, por fin se realizan una serie de cambios indispensables en la legislación del aborto en España. El primero y, a mi juicio, el más importante, es garantizar el acceso al aborto dentro del sistema público de salud. Otra importante mejora es que ampara a las mujeres a abortar sin el permiso de sus tutores a partir de los 16 años.

—¿Cuál es el proceso a seguir para que se acepte la solicitud del aborto?

—Pese a que la puerta de acceso tradicional al sistema sanitario público es la atención primaria, en el caso de las IVEs (interrupción voluntaria del embarazo) los centros de orientación familiar (COF) disponen de los equipos administrativos, médicos e incluso jurídicos que permiten a la paciente iniciar gratuitamente los trámites para realizar el proceso. Todos los COF disponen de un teléfono gratuito. No obstante, el médico de atención primaria, pediatra o matrona puede asesorar a la paciente.

—¿Se ha encontrado alguna vez ante esta situación? ¿Cómo lo ha gestionado?

Esta situación es uno más de los motivos de consulta que yo puedo atender en cualquier momento. No es de los más frecuentes, pero gracias a la información de la paciente, la formación que recibimos y una legislación más liberal, se han desestigmatizado este tipo de consultas. Por ello, personalmente, abordo este tema desde la comprensión y el respeto, de un modo completamente natural. 

¿Cuáles son los motivos más comunes que provocan que se quiera solicitar el aborto?

—El más frecuente, desde mi experiencia personal, es aquel en el que existe un problema de salud de la mujer que impide garantizar la salud del feto (aborto terapéutico). En segundo lugar, aunque cada vez menos desde la liberalización del uso de los tratamientos post-coitales (pastilla del día después), estaría el embarazo no deseado. Por suerte, la interrupción de embarazos fruto del abuso y la violencia es, de momento, residual.

—¿Hay efectos secundarios al abortar? Y de ser así, ¿cuáles son?

—Con la nueva ley, el aborto es legal hasta las 14 e incluso 21 semanas. Cuanto mayor es el tiempo de desarrollo gestacional, mayor son los efectos o molestias que puede sufrir la madre. En las primeras semanas, la intervención es sencilla y las molestias físicas podrían ser como las de una menstruación muy abundante, en edades más avanzadas, se requieren técnicas más invasivas, más dolorosas, tanto para la realización como para la expulsión del feto. En mi experiencia, las molestias o secuelas físicas suelen ser transitorias y «fácilmente» manejables con analgésicos, reposo, etcétera. No pasa lo mismo con los síntomas psicoafectivos. Tomar la decisión, irreversible, de poner fin a un embarazo requiere de un gran esfuerzo y «desgaste» emocional para la gestante. Dudas sobre estar haciendo lo correcto, estigmatización, miedo, ansiedad, el dolor por la pérdida, así como pasar por la experiencia, generalmente, en solitario. Todo ello repercute, generalmente, en la salud anímica la mujer. Y creo que es una asignatura pendiente, apoyar anímicamente a las mujeres que toman esa decisión.

—¿Son los trastornos de conducta alimentaria un problema común en nuestra sociedad?

—Los trastornos de conducta alimentaria (TCA) no son, en mi opinión, un problema común. Dado que no son siquiera uno de los grupos más prevalentes dentro de los trastornos psiquiátricos, en general. No obstante, si hacemos un desglose por edades, sí adquieren relevancia dentro de los trastornos psicoemocionales que afectan a la población adolescente. Existen diferentes estudios que tratan de analizar si nos encontramos ante un aumento de incidencia de TCAs o, por el contrario, de un aumento del número de consultas médicas por este motivo. Es decir, que el número de pacientes que sufren este tipo de dolencias es el mismo que hace unas décadas, pero, a diferencia de antaño, ahora solicitan asistencia médica profesional. Casi todos los estudios parecen sugerir lo primero: que se trata de un aumento en el número de casos.

—¿A qué se debe la aparición de este tipo de trastornos y porqué son más comunes en mujeres? 

—La causa principal de los TCA, clásicamente, se relaciona con trastornos de dismorfia (distorsión) corporal: existe una diferencia entre cómo se percibe físicamente el paciente y cómo es en realidad. No obstante, se ha visto que pueden ser un mecanismo que utiliza el paciente para aliviar la angustia generada por otro trastorno (ansiedad, depresión, trastornos de personalidad). De este modo, cualquier situación que produzca angustia, ansiedad o bajo ánimo podría ser también causa de un TCA «compensatorio». Parece que la sobrexposición mediática, social, en redes. De una manera más intrusiva, más accesible y constante a un «canon de belleza» que premia la figura esbelta y excesivamente delgada entre las mujeres pueda estar generando una «necesidad» por parte de la sociedad de igualar esos cánones. Aunque el precio a pagar sea la buena salud. Ya que el mecanismo para conseguir alcanzarlo va en contra de las propias necesidades del organismo. El hecho de que afecte más a mujeres que a hombres parece estar ligado a una mayor preocupación de ellas en el aspecto físico y en mostrar «una mejor imagen». También parece ser importante la mayor exposición de las mujeres a redes sociales en edades más tempranas que los varones; así como a la mayor prevalencia, a cualquier edad, de trastornos del ánimo (ansiedad y depresión) entre las mujeres frente a los hombres.

 

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