- Aldara Brión
- Manuel Estévez
- Carmen Ginarte
- Daniel Hawkins
- Ana Jorquera
- Claudia Mata
- Nerea Pintos
- Ángel Pérez
- Marta Rey
- Nicolás Vázquez
- Oriel Rivas
- Lucía Rey
A pesar de estar tan avanzados tecnológicamente, en cuanto a la discriminación racista, xenófoba o LGTBIfóbica parece que la sociedad no ha avanzado casi nada. En algunos casos, como la situación del colectivo trans, la evolución en este aspecto es evidente a lo largo de estos años: «Hay dos reacciones de la gente al hablar de discriminaciones: la reacción de la gente que quiere aprender y que se informa sobre esto, y después la otra reacción de la gente que, como es algo nuevo que no entienden, no intentan entenderlo», como afirma Nee Barros, escritore y youtuber. Principalmente, se pueden destacar en este sentido el racismo y la LGTBIfobia, ya que son problemas actuales y que tienen que ser resueltos cuanto antes. En efecto, mucha gente sufre por culpa de ciertas personas «que tienen miedo a lo desconocido», como dice Fito Ferreiro, activista LGTBIQ+, y «hay que apoyarles en todo lo posible», como afirman Sonia Mendes y Esther Lora, de la asociación SOS Racismo; algo que también apoya Johan Friestedt, secretario ejecutivo de la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI), quien considera que se promovería la integración social si «las autoridades locales favorecieran la integración de minorías étnicas en ámbitos como el deporte»; no solo como deportistas, sino incluso en «las estructuras deportivas».
¿A qué nos estamos enfrentando?
En su día a día las personas de estos colectivos sufren agresiones, insultos y dificultades para encontrar vivienda o trabajo. Según Johan Friestedt, «en redes sociales como Facebook o Twitter el discurso racista y del odio parece haberse incrementado». Por eso, aparte del daño psicológico que esto pueda causar, como indican Mendes y Lora, «es un problema que llevamos muchos años arrastrando y que no creemos que se solucione del todo». También, según Fito Ferreiro, «la comunidad LGTBI tiene un enemigo principal, el hombre blanco heterosexual, el que se supone que tiene el poder». Algo que, como dice Nee Barros, va un poco más allá si se habla de transexualidad: «Quiero representar la realidad más allá del odio hacia las personas trans, que muchas veces vemos directamente en forma de agresiones o insultos. Además, hay cierto problema, ya que no entendemos cuál es la realidad trans porque tenemos como una venda en los ojos».
Por eso, en el caso del racismo hay que tener claro el problema principal. De acuerdo con Sonia Mendes, «si te fijas un poco en el ámbito de la entrevista y el ámbito educativo, y si te fijas en la historia de Galicia, en la historia de España, hay muchos hechos o vivencias racistas que no entran en la historia. Entonces, estudiamos la parte que nos interesa. En el momento en que empecemos a reconocer toda la serie de masacres, toda la serie de explotaciones, toda la serie de asesinatos, podremos caminar hacia un futuro en el que haya menos discriminación, pero no creo que se elimine». Además, Mendes afirma que «es un problema que venimos arrastrando desde hace muchos años y esta es la base de la construcción de muchas sociedades y muchos países».
Otro caso es el de las personas LGTBIQ+, tal y como indica Nee Barros: «Al final, cuando las personas trans salen del armario, hay mucha gente que, por no tener mucho conocimiento, simplemente no nos entiende o le es un poco difícil adaptarse». Le youtuber piensa que para solucionar el problema «se necesita mucha lucha en cuanto a activismo y de gente que sea visible, que haga movimientos sociales», pero no piensa «que haya una clave, porque esto tiene que ser un trabajo desde muchos espacios, como la educación».
Discriminaciones persistentes
Parece increíble que después de tantos años y con tantos colectivos existentes, siga habiendo tanta discriminación e, incluso, siga aumentando, tal y como afirma Esther Lora: «Nosotras hacemos un informe anual que cuenta las denuncias que recibimos y la verdad es que año tras año el número aumenta». Un incremento que también apunta Friestedt: «Hoy en día hablamos más del racismo y es más visible, por lo que estamos más sensibilizados y reaccionamos ante él. Donde en el pasado había un discurso racista por parte de los extremistas, ahora se está incrementando y volviéndose más generalizado en la política y en los políticos. Pienso que por una parte se ha mejorado, pero que hay un empeoramiento en el discurso público en particular».
El del colectivo LGTBIQ+ también sufre discriminaciones que están motivadas por lo que la sociedad inculca. Fito Ferreiro explica que «existe la LGTBIfobia interior, en la que uno no se acepta y se rechaza; existe la LGTBIfobia exterior, social, que no llega a la agresión, pero se ríen cuando pasas y no te tratan como deberían; y luego hay la directa, por la que sí que te insultan, te dan un tortazo o alguna cosa peor». También podemos comentar el caso del racismo en el deporte, también presente, como indica Johan Friestedt: «Creo que en la República Checa, hace algunos años, podemos hablar de una paliza a una persona negra por parte de ‘hooligans’ del fútbol, y eso puede ser realmente grave, pero, aunque es cierto que la mayoría de los casos eran de fútbol, lo mismo se puede decir del balonmano o del hockey». Y todas esas faltas de respeto son por causas puramente sociales y sin necesidad de ser algo negativo, como las razas o la orientación sexual de una persona: «La raza, como tal, es una construcción social, se basa en una serie de normas y costumbres. Vemos como, aunque no tengan esa base biológica, tienen mucho poder porque, si revisáis en la sociedad a día de hoy, aunque no lo reconozcamos, todos somos conscientes de que las razas también clasifican a las personas», afirman las activistas de SOS Racismo.
En el caso de la identidad de género, Nee Barros pone un ejemplo de discriminación a la vista que pocas personas notan: «Los baños se dividen en hombres y mujeres, y hay personas de género no binario que no encajan». ¿Cuál puede ser la explicación de estas discriminaciones? Desde SOS Racismo tratan de explicarlo: «Existe porque está construido así desde siempre, porque es la forma de garantizar que algunas personas tengan poder absoluto sobre otras, porque es la manera de supervivencia de esas personas». Nee también intenta explicar el porqué de esto en cuanto al colectivo trans: «En nuestra sociedad, la sociedad gallega, tenemos una división de hombres y mujeres. Al estar conceptualizando siempre todo y tenerlo tan presente, no somos capaces de considerar otras realidades y todo aquello que sale de lo que consideramos lo normal, nos negamos a aceptarlo».
Johan Friestedt, secretario ejecutivo de ECRI hablando por videoconferencia desde su oficina de Estrasburgo
En primera persona
«Yo lo pasé muy mal de joven, lo pasé muy mal». Fito Ferreiro cuenta cómo fue su pasado siendo una persona homosexual en una época donde ser del colectivo LGTBIQ+ era algo muy mal visto: «Soy de una época en la que era difícil ser gay». En su infancia estuvo mucho tiempo ocultando su orientación sexual. Como él mismo recuerda, se dio cuenta de su orientación a los 6 o 7 años: «Yo creo que ya de pequeño, con 6 o 7 años, ya sabía que era especial, que tenía otra forma diferente a la que mis amigos hablaban de las chicas». En cambio, lo contó por primera vez a los 20 años: «La primera persona a la que le conté mi orientación sexual, que yo era gay, aparte de las primeras parejas que pude tener, fue la pareja que tuve cuando tenía 20 años». Por último, cuenta lo cansada que es la salida del armario: «Llega un momento en que estás cansado de llevar una doble vida. Las personas LGTBI, las personas gays, se puede decir que estamos saliendo constantemente del armario». Aunque Ferreiro también reconoce lo bien que se siente uno al contar su secreto: «El salir del armario es lo mejor que he hecho en mi vida».
Por su parte, Esther dice que las razas en verdad no existen científicamente, sino socialmente. Esta lucense asegura que, a pesar de no pertenecer en un principio a ninguna oenegé, decidieron ingresar durante los últimos años para luchar contra el racismo día a día: «Cuando yo llegué ya estaba andando la entidad, pero justamente llegué a SOS Racismo Galicia para lidiar contra todas las vulneraciones que suceden todos los días». Su compañera Sonia, de origen caboverdiano, pero criada en Viveiro (Lugo), también comenta que el tópico sería no seguir haciendo falta, pero seguir trabajando: «Lo ideal o el tópico sería que ya no hiciéramos falta, pero lo que nos gustaría es poder seguir teniendo la oportunidad tanto personal como de recursos, para poder seguir trabajando». Además, ambas comentan que el problema viene arrastrado desde hace muchos años: «Yo creo que es una problemática que llevamos arrastrando muchísimos años y está en la base de la creación de la sociedad». Por último, explican que es importante que la gente que sufre actos tanto racistas como xenófobos denuncie: «Es necesario que en el ámbito gallego la gente que sufra o presencie actos racistas se anime a denunciar».
Una lucha sin fin
«Hay que hacerse visibles, para que la gente homófoba conozca la realidad, nuestra realidad», afirma con contundencia Fito Ferreiro, que aporta soluciones muy efectivas para intentar reducir o frenar estas discriminaciones. También apunta que ahora la responsabilidad recae sobre las siguientes generaciones: «Ahora os toca a vosotros ir educando a las próximas generaciones, y las próximas generaciones a las siguientes; así infinitamente». El activista también habla de asociaciones o colectivos para ayudar a que la gente lo pase mejor a la hora de recibir ayuda ante las discriminaciones: «En el colectivo de Coruña, en Alas, tenemos un programa de acogida, de punto cero, que es para acercarse a las personas que no tienen claro aún su orientación sexual o su identidad de género».
Por su parte, Esther Lora y Sonia Mendes inciden en lo mismo: «Lo primero que hay que hacer es acompañar y consolar a las personas, ver qué quiere hacer esa persona. Si quiere hacer una denuncia, la ayudamos a escribir ese relato, la asesoramos y, sobre todo, intentamos reparar un poco ese daño». Ambas afirman que es central la formación y la información: «Es muy importante que las personas se formen, para saber reconocer o detectar esos comportamientos que son auténticos comportamientos racistas, xenófobos o discriminatorios». También añaden unos últimos consejos para terminar con el racismo: «Siempre, aunque sean colegas o familiares, habría que llamar la atención para frenar ese tipo de comportamientos o actos racistas». Además, añaden que es fundamental impartir «mucha información antirracista porque vemos que es necesario en todos los ámbitos educativos».
En este sentido, Johan Friestedt, secretario ejecutivo de ECRI, también está de acuerdo con que «para cambiar la mentalidad del futuro, la educación escolar es clave». Además, afirma que «no se trata solo de respeto y tolerancia con las personas y estudiantes de diferente origen, sino que se trata también de comprometerse a luchar contra la desigualdad en todos los frentes». Por eso añade que «la solidaridad mostrada a Ucrania debería ser el nuevo modelo para todas las personas que necesitan protección y asistencia. Independientemente de su origen étnico o nacionalidad, religión, color de piel, ciudadanía, orientación sexual, o identidad».
Por su parte, Nee Barros constata que ahora las discriminaciones están más introducidas en la sociedad: «Pienso que en nuestro mundo estamos visibilizando más realidades que antes estaban más ocultas». Por eso, para erradicar todas esas discriminaciones, la activista trans afirma que «lo más importante es hacer una visibilización de la realidad trans que tenga en cuenta a las personas trans; es decir, que seamos nosotros quienes hablemos y expliquemos cómo nos sentimos y cómo somos y, sobre todo, que haya un apoyo real». Nee también da su opinión de cuál sería la clave para terminar con la transfobia, la misma que para erradicar cualquier odio: «Yo pienso que la clave es la educación, las escuelas y la enseñanza». Añade también la importancia de que haya literatura sobre el colectivo LGTBIQ+: «Entender qué significaba todo eso de la identidad de género fue un proceso muy difícil. Quise, de alguna manera, hacer un libro que, precisamente, hablara de eso, para que cualquier persona que no supiera sobre ese tema se pueda identificar con algunos de los personajes y que tengan un sitio para leer sobre esas realidades».
Un futuro más igualitario y tolerante
Sin embargo, ha habido avances en la igualdad en los últimos años. Algo que, como dice Fito Ferreiro, se puede comprobar en la comunidad LGTBIQ+: «Yo creo que en los últimos quince años, desde que se aprobó la ley de matrimonio igualitario, en este país hemos avanzado mucho, en este y en muchos otros, pero aquí en particular; sobre todo, porque fuimos de los primeros en aprobarla». Aun así, no llega al punto de que las personas de este colectivo tengan los mismos derechos.
Al mismo tiempo, Nee Barros opina que no sabe si en el futuro va a haber esa igualdad, aunque espera que sí: «Sí que me gusta pensar que estamos avanzando hacia un futuro en que todo esto sea mejor visto, y no que cada vez ganemos más derechos, sino que también hay que tener cuidado y no idealizar demasiado, sino que hay que ser conscientes de lo que está pasando ahora y luchar por ese futuro que queremos, aunque no sabemos si va a ser posible».
Aun así, hoy en día la situación del racismo en este país es todavía mala y difícil de solucionar, como explican desde SOS Racismo Galicia. Además, hay que ser conscientes de que el conflicto está integrado en la sociedad: «El primer paso es informarse y darse cuenta de que está dentro de nosotros, y entonces es un proceso que es largo».
Por su parte, Johan Friestedt, quien también destaca la importancia de la educación, suena más pesimista cuando hace referencia al hecho de que parece casi imposible acabar con el racismo y la discriminación, sobre todo «cuando veo ciertas reacciones o escucho a algunos políticos en determinadas campañas electorales». Eso sí, el objetivo, según el secretario ejecutivo de ECRI, es minimizar al máximo cualquier actitud o comportamiento racista o discriminatorio.
En definitiva, Nee Barros, Fito Ferreiro, Sonia Mendes, Esther Lora y Johan Friestedt afirman desde su propia experiencia que las discriminaciones son un tema social y deben ser solucionadas lo antes posible; pero, como en todo, sin esfuerzo no hay recompensa. Sin embargo, todos coinciden en que todavía queda mucho trabajo que hacer para acabar esta interminable guerra contra la desigualdad y la intolerancia, pero, como afirma Ferreiro, «sería un sueño que se resolvieran las discriminaciones, pero creo que aún falta mucho para poder llegar a ese punto». Al final, todo el mundo puede aprender algo de estas situaciones de discriminación, como que la tecnología no va a resolver todos los problemas y, desde luego, aún menos, si es la propia sociedad la que los provoca. Precisamente es en el contexto de las nuevas tecnologías, concretamente en las redes sociales, donde Friestedt ha señalado que todavía queda mucho por hacer, aunque identificar y hablar sobre la existencia del racismo y la discriminación en nuestra sociedad ya conlleva un avance en una lucha que, según el secretario ejecutivo de ECRI, no parece tener fin: «Quizás el principal reto es aceptar que el combate contra el racismo y la discriminación es una lucha muy larga y que nunca va a concluir».
Periódico digital SCQ+2022
Los alumnos del IES Rosalía de Castro llevan unos meses trabajando en un periódico digital, SCQ+2022, en el que van subiendo los videos de las entrevistas y los videorreportajes. Puedes acceder a todo el contenido desde aquí