Colegio CPR Obradoiro (A Coruña)
Alumnos:
  • Irene Aba Fernández
Profesores:
  • Fiz Cabanas

Imagine que un día se despierta por las incesantes notificaciones de su teléfono móvil. Se levanta y ve que su bandeja de entrada está llena de mensajes de sus allegados, conocidos, amigos y familia diciéndole que la guerra ha comenzado y que se encuentran atrapados en un país envuelto en el conflicto bélico. ¿Cómo reaccionaría?

Desgraciadamente, la presidenta de AGA-Ucraina, Natalia Afónina, ha vivido esta amarga experiencia. Aunque, como un grano de cal no puede existir sin su grano de arena, esta vivencia la hizo pensar más allá y perseguir la idea más humana y caritativa existente: ayudar.

Comenzando con tan solo una idea y muchas ganas de tender la mano, consiguió influir en cada vez más gente que tenía sus mismas intenciones, logrando formar una ONG tan solo cuatro días después de la invasión de Rusia a Ucrania, el 28 de febrero del pasado 2022, en Galicia.

Poco a poco, se fue serializando la organización, y más pronto que tarde dejaron algo de lado el plano administrativo y se pusieron manos a la obra con los envíos de ayuda humanitaria. Los pasos iniciales resultaron muy duros, como cuenta Natalia: «Los primeros camiones salieron con muchas dificultades porque no sabíamos cómo se hace [el transporte]. Tuvimos que hacer una cadena humana y cargamos caja por caja». Con el tiempo y con el apoyo de cada rincón consiguieron mandar esos primeros cargamentos de todos los que enviarían: «Unos nos dieron los palés, otros nos dieron el transpalé…».

Voluntad y voluntarias

Con estos cargamentos aumentaron su popularidad, dándose a conocer también en Ucrania, donde colaboraron con más entidades. Fue entonces cuando llegaron más voluntarios que querían apoyar a la causa. «En un principio había turno de mañana y turno de tarde», explica Carmen, una de las voluntarias que ha trabajado en esta organización. Amalia, otra de las personas que se han acercado a echar una mano también comparte su historia: «En mi caso un buen día vine a traer un poco de ayuda, de ropa, y vi como que estaban aquí trabajando, que se necesitaban voluntarios, y aquí me quedé. Empecé viniendo un día o dos y al final venía todo lo que podía porque me daba cuenta que se necesitaba mucha ayuda».

Gracias al trabajo de toda la gente implicada, que fueron voluntarios, trabajadores de la Administración, donantes, colegios, etcétera., AGA-Ucraina se convirtió en la oenegé que es hoy: una organización reconocida nacional e internacionalmente con entidades colaboradoras por todo el globo, sobre todo en Galicia, donde nació. Y los servicios ofrecidos también han aumentado. Con todas las donaciones y voluntariados conseguidos gracias a su página web y sus manifestaciones públicas donde venden merchandising y varios grupos musicales se presentan para atraer a más interesados en distintos lugares públicos coruñeses, han conseguido crear los cuatro pilares de su asociación: envío de ayuda humanitaria y sistemas de acogida, de inserción laboral y de asesoramiento jurídico de refugiados.

Para simbolizar todo este camino de ayuda social, crearon La pared de los voluntarios, donde colocan una foto de cada uno de ellos.

Todo este despliegue de medios surgió de una pequeña idea simple y, sobre todo, humana: el querer ayudar. Con este objetivo y la colaboración de muchas personas, AGA-Ucraina ha conseguido asistir al pueblo natal de mucha gente que está sufriendo por la guerra actual, colaborando desde Galicia hasta Ucrania por el bienestar de muchas personas y constituyendo la salvación de gran parte de estas.

Refugiadas en primera persona

Elena Khvostikova es una de las ciudadanas que tuvieron la suerte de ser ayudadas por AGA-Ucraina. Ella era una mujer con una vida normal, con un negocio pequeño de micropigmentación, esposo e hijos que iban a la escuela. «Cambió todo, hemos dejado todo allí. Cambiaron nuestras prioridades de vida», explica Elena, en unas declaraciones que van siendo traducidas por otra de las voluntarias, Ana. «Esa guerra nos mostró que en la vida no valen tanto las cosas materiales. No necesitamos nada, solo la salud, amistad y familia», resume esta ucraniana.

Echando la vista atrás, nos cuenta que pudieron huir justo antes de que las fuerzas rusas atacaran Truskavets, su ciudad, aterrados y buscando un lugar en el que refugiarse. Pero no encontraron tal sitio, pues la lucha avanzaba y carcomía el país muy rápidamente. En cambio, AGA-Ucraina ya se estaba haciendo un nombre en las fronteras, llegando a los oídos de la familia de Elena, que, gracias a una amiga suya pudieron tener el número de teléfono de la ONG. Había muchos autobuses a distintas partes del mundo, los cuales llevaban mercancías y volvían con refugiados. Tuvieron que hacer una parada en Polonia, donde cogieron otro transporte para, por fin, estar a salvo en A Coruña. «No sabíamos ni dónde estaba [A Coruña], y en una semana ya estábamos aquí… Es que fue tan rápido todo…», explica esta refugiada.

Por otra parte, al llegar aquí, la asociación les proporcionó ayuda psicológica, les ayudó a buscar trabajo y a integrarse. Además, con la implicación de Afundación (de Abanca), organizaron un campamento para todos los niños refugiados de dos semanas de duración. «En ese campamento, los niños se sintieron más felices porque encontraron amigos que podían entender su idioma. Eso tiene valor», narra Elena, por medio de la traducción de Ana.

De todas maneras, su familia sigue luchando en Ucrania. «Tengo a mi madre allí, es doctora. Cuando le ofrecieron salir del país, ella se negó. Dijo que si todos los doctores y doctoras se iban del país, ¿quién iba a curar a los soldados? Insistió en que lo primero es salvar las vidas de niños y niñas y de gente, y después va su vida. Es una patriota». Y no solo ella, su tío es traumatólogo, trabaja en un hospital tratando a pacientes militares. Además, su hermana dirige una cocina comunitaria y otros miembros de su familia están haciendo las prácticas para ayudar en la frontera.

Con todo, están muy agradecidos de haber tenido esta oportunidad y de haber sido lo suficientemente valientes como para tomarla. «Gracias a AGA y a todos los españoles, y a la gente que nos ayudó, que pagaron el autobús, pues nos acomodaron mucho. Aquí ellos (su familia de acogida) se hicieron nuestros ángeles salvadores. Se convirtieron en nuestra familia». También demuestra mucha alegría por seguir trabajando y aportando sus habilidades de cosmética al hacerlo, como nos comparte: «Quería dar las gracias a la gente que me dio trabajo, y que me dieron la oportunidad de hacer el trabajo que me gusta».

Y, pensando en el siguiente paso, comenta que no está tan pendiente como antes de las noticias porque tiene que trabajar: «Por ahora planeo mi vida día a día, solo puedo planear cosas a corta distancia en el futuro, pues trabajo aquí y estoy feliz por eso. Esta guerra me enseñó que es mejor no hacer planes a futuro y a valorar lo que tenemos ahora y hacer lo que se puede hoy. Agradezco muchísimo a toda la gente española y a nuestra familia que nos acogió aquí, y a los que me han ayudado a encontrar ese trabajo en el que estoy trabajando ahora; a mis clientes también, que vengan, que me acojan y me ayuden a sobrepasar ese tiempo. Y son muy valorables todas esas relaciones. De verdad lo valoro muchísimo, porque, sin trabajo, tendría muchos más problemas emocionales; con él puedo distraerme. Ahora valoro solo cosas positivas y vivo el día a día valorando lo que tengo».

Un año después de la invasión rusa, en Ucrania se suman las 18.000 víctimas civiles y los 8 millones de refugiados. Entre estos, más de 6 millones han logrado huir del conflicto. El mismo que ha obligado a 10 millones de personas a cambiar de residencia, siendo que más de la mitad de estos desplazamientos internos carezca de un hogar en este instante. Y, aún con el apoyo mundial de 138.530 millones de euros, las cifras siguen en aumento; de acuerdo con los últimos datos disponibles de la ONU y del Kiel Institute for the World Economy, anunciados a febrero del 2023.

Actualmente, España constituye el sexto país en aceptación de refugiados, con 167.726 ucranianos bajo su manto, según recoge Statista en su último informe, del año 2023. AGA-Ucraina ha facilitado la entrada al país a 500 de estos, pero está ayudando a un número aproximado de 1.400 ucranianos en este momento, como fue publicado en La Voz de Galicia a finales de febrero del 2023.

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