- Irene Aba Fernández
- Telmo Baroja Ledoux
- Iago García Gisbert
- Pablo García Lázaro
- Iago Regueira Hurtado
- Fiz Cabanas
Hace 25 años, Galicia era pionera en la tecnología de sus fábricas y potencia de sus parques eólicos. En cambio, actualmente el sector se encuentra en una moratoria desde finales del año 2021. El vicepresidente económico y conselleiro de Economía, Empresa e Innovación, Francisco Conde, declaró que el sector debía pasar por una planificación ordenada para obtener seguridad jurídica y compatibilidad con el medio. Y con esto en mente, la Administración autonómica estableció un año y medio de moratoria que comenzaría a partir del mes de enero de este año. Es decir, que hasta julio del 2023 está imposibilitada la opción de llevar a cabo nuevos proyectos.
La Xunta de Galicia afirma que «el futuro de la eólica en la comunidad pasa por una planificación ordenada que acerque seguridad jurídica al sector y a la sociedad, al mismo tiempo que se da prioridad a un desarrollo compatible con el medio natural». Además, incide en que trabaja con la «máxima transparencia» y que activó distintas herramientas para ofrecer información a todas las partes interesadas. Entre estas, ha puesto a disposición de la ciudadanía una guía informativa que se puede consultar en este enlace.
Incertidumbre en el sector
El presidente de la Asociación Eólica de Galicia (EGA), Manel Pazo, afirma que las empresas del sector tenían previstos proyectos de 2.500 millones de euros en los próximos 5 años e instalar 500 megawatios de potencia al año. Sin embargo, estos no fueron autorizados por la moratoria.
Otra dificultad que cita la EGA son los trámites burocráticos. Explica que la aprobación de un parque eólico puede tardar hasta 10 años, como ha pasado con el de Vimianzo, que fue aprobado recientemente. Con este paso de tiempo que conlleva el proceso, la tecnología propuesta inicialmente ya ha sido superada por otra más eficiente y económica. Tampoco ayudan los grupos políticos que están en contra del desarrollo eólico y la opinión de gente ajena a los lugares planeados de instalación de los parques, oponiéndose a estos, según afirma la asociación.
El sector quiere cubrir el 100 % de la energía eléctrica usada en Galicia y espera generar un 4 % del PIB
Si se logra salir de esta incertidumbre, el sector quiere cubrir el 100 % de la energía eléctrica usada en Galicia, generando un 4 % del PIB y empleando a 24.000 personas en el 2030. Algo sorprendente, teniendo en cuenta que hoy funcionan 180 parques de casi 4.000 megawatios (MW) y generan un 50 % de la energía eléctrica consumida en Galicia. Esto supone el 1 % del PIB gallego y más de 7.000 empleos.
Con todo, en cuanto al futuro, Manuel Pazo tiene fe en los jóvenes, y en que estos consigan devolver a Galicia el liderazgo de antaño, promoviendo el cambio en el modelo energético y dejando atrás el petróleo y el gas, para transformar nuestro mundo en uno más sostenible. La EGA afirma que la moratoria, la espera de un pacto verde, el retraso de los fondos Next Generation, así como el rápido avance de la tecnología y la falta de confianza de las inversores están paralizando el sector.
«O queremos molinos o tendremos que importar combustibles fósiles contaminantes»
— ¿Cómo está el sector eólico en Galicia?
— La Xunta de Galicia ha cerrado el registro para presentar nuevos proyectos hasta julio de 2023 en plena transición energética. No existen proyectos en construcción, y durante los dos últimos años la implantación fue pasajera: 2.000 MW instalados en España, de los que apenas 100 corresponden a Galicia. Esto provoca una paralización del sector industrial y de construcción nuevos parques.
Hace veinticinco años fuimos pioneros en España y en Europa en la implantación de esta nueva tecnología, tanto en fábricas como en potencia. Hoy estamos en más de un centenar de ayuntamientos, con 180 parques que suman casi 4.000 MW de potencia instalada (un 50 % de la energía eléctrica que se consume en Galicia).
En esos territorios, propietarios de los terrenos y corporaciones municipales están satisfechos en general con las rentas que producen los aerogeneradores en unos terrenos que no tienen otra actividad productiva. Galicia es la que tiene una mayor industria de material eólico, aporta el 1% al PIB gallego y emplea a más de 7.000 familias.
—¿Qué problemas presenta actualmente, y de quién depende solucionarlos?
—Los grupos políticos que hacen bandera en contra del desarrollo eólico tienen buena parte de responsabilidad. Y en alguna zona se alzaron voces en contra de nuevas instalaciones, casi siempre de colectivos ajenos a los lugares donde se pretenden implantar.
La solución está en la apuesta decidida y sin complejos, política y socialmente, a favor de la energía del viento; porque es una fuente limpia, renovable y autóctona por la que apuesta Europa; por supuesto, siempre dentro del marco normativo, que de por sí es muy exigente y conservacionista. O queremos molinos o tendremos que importar combustibles fósiles contaminantes. Se trata de darle actividad a la Galicia despoblada y rural en terrenos que no interrumpen otra actividad.
—¿Cuándo calculan, probablemente, que se solucionarán o, al menos, se controlarán?
—Esperemos que pronto llegue el sentido. La economía industrial de un país depende de ello, ya que Europa apuesta y destina los fondos europeos y la creación de empleo a la generación renovable. Ir en dirección contraria sería un error de irreparables consecuencias para un país y el empleo juvenil.
—¿Cuál será el impacto de esta moratoria de 18 meses en Galicia? ¿Hay algún proyecto en ese tiempo?
—Hacer una moratoria en plena transición, al amparo de un pacto verde y los fondos Next Generation, es una imprudencia. Provoca una paralización parcial del sector en unos tiempos de mucha innovación post covid. La tecnología va más rápido que la administración y recuperar la confianza de los inversores será muy difícil.
—¿Qué inversión se espera para los próximos años?
—El sector había previsto una inversión de alrededor de 2.500 millones de euros en cinco años, siempre que se instalasen 500 MW de potencia por año. Pero con la moratoria en vigor y la falta de autorizaciones, apenas se instalaron nuevas máquinas. La incertidumbre es la respuesta; lo peor que le puede pasar al inversor, porque es cobarde si no tiene garantías de estabilidad.
—¿Cuántas empresas interesadas hay?
—En EGA somos unas cuarenta empresas, la mayoría promotores. Esto indica que no solo las conocidas y grandes empresas eléctricas apuestan por el sector. Hay también empresas pequeñas.
—¿Qué retos tiene este sector para los próximos años?
—Queríamos que Galicia recuperara el liderazgo de antaño, ya que poseemos viento constante para producir energía, promotoras dispuestas a invertir y una industria auxiliar que fue pionera y muy bien preparada. Todo esto se traduciría en significativo empleo de calidad, desarrollo de empobrecidas economías locales, la reducción de nuestra fuerte dependencia del gas y el petróleo, y una drástica rebaja del precio de la luz, porque cuanta más eólica entra en el sistema eléctrico, más desciende su importe.
Y todo ello, en el marco de la lucha contra el cambio climático, la transición energética y la electrificación de la economía, que son imparables. Pero en la coyuntura actual del parón decretado, además de nuevas exigencias legales, el sector está en fase de reflexión. De nuevo la incertidumbre es la respuesta. No solo queremos una Galicia en el que toda su energía sea renovable, queremos una Galicia que exporte energía no contaminante, como hasta hace poco tiempo.
—En diez años han conseguido que las energías renovables cubran un 2,1 %. ¿Qué porcentaje creen que tendrán dentro de otros diez años?
—Hay que distinguir energía eléctrica y energía primaria (que incluyen todos los combustibles). Ahora generamos el 50% de la energía eléctrica consumida en Galicia y podríamos llegar al 100% con eólica y renovable, pero es una utopía. La energía primaria que importamos es un 75 %, así que podríamos reducir hasta el 50% nuestra dependencia.
—En cuanto a ese 2,1 %, ¿ha habido alguna razón específica? Ya sea por falta de viento, o falta de instalaciones.
—Falta de autorizaciones administrativas. Paralización total del sector por incertidumbres e inseguridad jurídica. Los inversores se marchan a zonas más confortables.
—¿Qué creen que necesitan para conseguir esas autorizaciones necesarias para colocar más parques eólicos?
—Necesitamos que los trámites administrativos sean más ágiles. Recientemente se ha aprobado un parque en Vimianzo que tardó más de diez años en superar todo el proceso, todo un itinerario administrativo que garantiza el cumplimiento de la normativa técnica, urbanística y ambiental. Pero el problema es que cuando tarda tantos años en autorizarse, la tecnología propuesta ya no existe.
—¿Cuándo piensan que será posible mantener a Galicia con solo energías renovables?
—En los diez años propuestos podemos llegar a generar electricidad para el 100 % del territorio gallego. En cuanto a la energía primaria, podemos conseguir el 100 % en el año 2040 con las instalaciones de eólica marina. Y lo más importante, unos 24.000 empleos para el año 2030.
—En 2019 tenían en total 180 parques, ¿Cuántos tienen actualmente y cuánta energía generan?
—Prácticamente los mismos. Parecen mucho 180 parques, pero hay pequeños y grandes. Por eso nos gusta decir que equivalen a unos 80 parques normales o que suministran electricidad a la mitad de la industria y población gallega.
—¿Cuánto PIB gallego tendrían si generasen toda la energía que necesita Galicia solo con energía eólica?
—PIB directo de energía eléctrica, sobre un 4 % y 24.000 empleos.
Galicia, pionera también en innovación de soluciones sostenibles
Galicia ha sido y es un entorno privilegiado no solo para producir energía eólica, sino que existe una comunidad de empresas y organismos públicos que han tejido una red muy sólida para fomentar la innovación y el desarrollo de soluciones más sostenibles, eficientes y competitivas.
El sector eólico tiene muchas empresas, entre ellas la gallega Norvento, cuya sede está en Lugo. Es aquí donde tiene su Centro de Innovación Norvento Enerxía, en el que investigan diversos campos de la generación de energía con tecnología propia (como el nED100), fabricada íntegramente en Galicia.
Algunos de los campos en los que hoy se están enfocando son el almacenamiento energético, que «sin duda es un punto de inflexión de capital importancia para el sector», dicen desde la compañía. Para satisfacer los objetivos de descarbonización de la economía que se han marcado y que tan necesarios son, la combinación de la generación renovable y el almacenamiento es vital.
La innovación también va hacia el desarrollo de nuevas vías de generación de hidrógeno verde mediante fuentes alternativas a la electrólisis, «por ejemplo a partir de residuos orgánicos», aclara la compañía. En este sentido Norvento destaca su participación en el proyecto Zeppelin, «un proyecto de investigación sobre la producción y almacenamiento de hidrógeno verde financiado por los fondos Next Generation EU, en el que participamos junto a Aqualia, Repsol y Naturgy, entre otras empresas».