INTRODUCCIÓN
El aprendizaje de la lectura no termina en los primeros años de la Educación Primaria, sino que es un proceso que dura toda la vida y que debe perfeccionarse con el paso de los años.
La lectura eficaz se consigue cuando existe una combinación perfecta entre la comprensión y la velocidad lectora. Si no hay comprensión no hay lectura. Pero una buena comprensión a costa de una lectura demasiado lenta tampoco da buenos resultados.
El periódico es una excelente herramienta al alcance de padres, estudiantes y profesores para practicar la eficacia lectora sobre contenidos actuales y variados.
1. LA NOTICIA
La unidad didáctica parte de la siguiente noticia:
La bisabuela aprende a leer y a escribir en A Coruña
Josefa Lois, de 80 años, asiste a clases de alfabetización junto con otras mujeres mayores en A Coruña
Dentro de poco su bisnieto de casi tres años empezará a leer y a escribir. Josefa, la bisabuela, cumplirá en junio los 81 y lleva unos meses asistiendo a clase para aprender, porque cuando era pequeña no tuvo la oportunidad de hacerlo. «Ía coas vacas. Traballei na terra, no monte e nun bar. Sempre traballei para sacar adiante á familia», comenta Josefa Lois Rey, natural de una aldea de Santa Comba. Cada lunes por la tarde acude a clase de alfabetización en el centro cívico municipal de Labañou de A Coruña junto con otras mujeres en circunstancias similares a la suya. «No falta nunca y a pesar de que no sabía nada cuando llegó, creo que a mitad del curso que viene va a saber leer y escribir bien porque pone mucho empeño», comenta Marisol Becerra, la profesora, que forma parte del voluntariado Fonseca. Josefa asegura que empieza a notar los progresos, sobre todo «para facer a compra, aunque antes tamén a facía», dice sonriente esta mujer que se apuntó a las clases porque le insistió su hija. «Ahora ya conoce los números e identifica el autobús que tiene que coger», afirma la docente.
Las veteranas alumnas abren sus respectivas carpetas, que contienen ejercicios de sumas y restas, folios pautados con frases sencillas escritas con letra un tanto irregular, y hasta las tradicionales libretas Rubio. Son exactamente iguales a las que tiene en su pupitre cualquier alumno de primaria, pero ellas tuvieron que esperar muchas décadas para poder acceder a estos ejercicios. «Mi marido enfermó de alzhéimer hace siete años. Él era el que llevaba todo el papeleo de casa y no me quedó más remedio que aprender para enterarme de las cosas», afirma Pilar Lodeiro, de 58 años, la más joven de este grupo en el que hay distintos niveles de lectura y escritura. «Josefa, por ejemplo, no tiene ningún bagaje, pero hay otras que hace muchos años sí aprendieron algunas nociones», explica la maestra, que siempre lee alguna poesía de Pablo Neruda, Antonio Machado o Mario Benedetti para acabar la clase. «Después se la doy para que vayan leyéndola», explica. Todas coinciden en que, además de para saber leer y escribir, acudir al aula les sirve «para ejercitar la memoria», asegura Dolores Santiago, también de 80 años.
A pesar de que la edad no juega a su favor, estas mujeres se siguen esforzando cada semana para que en un Día del Libro como el que se conmemora mañana las palabras dejen de tener secretos para ellas.