JOSÉ A. PONTE FAR
Leer nos permite enriquecernos con experiencias de escritores a los que no conocemos, que han vivido en otras épocas y en otros países, pero que siguen comunicándose con nosotros a través de sus libros. Podemos descubrir otros mundos y otras gentes, enriqueciendo así el conocimiento de nuestra realidad. En esta sección trataremos de motivar vuestro interés por algunos de estos escritores importantes.
Emilia Pardo Bazán está muy de actualidad porque se cumplen cien años de su muerte. Falleció en Madrid (1921) a la edad de 70 años. Este año, coincidiendo con el centenario de la señalada fecha, se aprovecha para recordar su ingente obra literaria. Pero también para celebrar congresos y exposiciones sobre ella. Y todos estos eventos sirven para reivindicar a una escritora realmente importante en la literatura española.
Su obra más conocida, Los pazos de Ulloa (1886), vino a confirmar una nueva forma de reflejar literariamente la realidad que se estaba consolidando en Europa. Se trata del movimiento realista-naturalista, que viene a sustituir al Romanticismo, que había puesto de moda unos relatos muy afectados de sentimentalismo y que tenían muy poco que ver con lo que de verdad pasaba en el mundo. Doña Emilia había aprendido en los libros de grandes escritores de la época, y en sus viajes por el extranjero, que se podían escribir obras que contaran la vida de los obreros en las fábricas o la de los labradores en sus aldeas.
Además, sus novelas sirvieron para destapar la vida sometida con la que lidiaban la mayoría de las mujeres de la época, atrapadas en un mundo en el que los hombres imponían normas y costumbres. Su reivindicación de la independencia y libre criterio de la mujer supuso un auténtico revolcón para los intelectuales de la época, que no compartían ideas tan innovadoras.
Por todo esto le costó mucho abrirse camino en el mundo literario: aunque en el año 1906 fue nombrada presidenta de la sección de literatura del Ateneo de Madrid (convirtiéndose así en la primera mujer en ocupar ese cargo), no consiguió nunca que la eligieran para ocupar un sillón de la Real Academia Española de la Lengua, porque estaba prohibido para las mujeres. De hecho, no fue hasta el año 1979 cuando una primera mujer se sentó en esta institución: Carmen Conde.
Pero la razón por la que traemos a esta sección a doña Emilia Pardo Bazán no es tanto por sus novelas, que también, como por sus cuentos, la mayoría de ellos verdaderas joyas literarias.
Lugar de honor
Escribió más de medio millar de relatos cortos sin que la calidad se haya resentido nunca. Su producción cuentística coloca a la autora en un lugar de honor en la literatura española del siglo XIX.
Suelen ser breves, con un interés muy bien graduado y de los que la autora ha eliminado voluntariamente digresiones y descripciones innecesarias. La intensidad es creciente y el final, imprevisto.
La mayor parte de ellos fueron publicados en la prensa de su tiempo, sobre todo en El Liberal, El Heraldo, El Imparcial y Blanco y Negro. Algunos aparecieron también en publicaciones europeas de prestigio de Francia, Inglaterra o Alemania. Los cuentos son de temas muy variados, pero la lectura de cualquiera de ellos siempre valdrá la pena.
José A. Ponte Far es escritor y profesor de instituto jubilado.