Marcos Pérez Maldonado
Los volcanes no solo provocan cambios drásticos en aquellos lugares por donde fluye la lava, sino que la ingente cantidad de gases y partículas que emiten a la atmósfera afectan al conjunto del planeta. Por una parte, las erupciones liberan CO2 y otros gases que potencian el efecto invernadero y contribuyen al calentamiento global. Eso sí, es una aportación relativamente pequeña —150 veces inferior a la que provocan las actividades humanas—, y se compensa por el efecto contrario del que son responsables gases como el dióxido de azufre o las partículas que se dispersan por la atmósfera y la vuelven menos transparente a la radiación solar.
Efecto beneficioso
En conjunto, el efecto neto de la actividad volcánica es de enfriamiento, y en ese sentido, a pesar de la destrucción que causan, debemos considerar que actualmente tienen un efecto beneficioso sobre el clima.
Los beneficios de los volcanes son especialmente notables en los océanos, ya que liberan en el agua nutrientes como el hierro que favorecen la vida marina con el crecimiento de fitoplancton. Al igual que las plantas terrestres, estos organismos son capaces de transformar la luz que reciben del sol en reservas energéticas, por lo que se encuentran en la base de todos los ecosistemas marinos.
En el año 2011 un volcán bajo el agua arrasó una amplia zona situada cerca de la isla de El Hierro, pero solo tres años más tarde los ecosistemas locales no solo se habían recuperado de la catástrofe sino que había más vida —aunque menos diversa— que antes de que se produjera la erupción que se prolongó durante seis meses.
Terrenos baldíos
Nadie sabe cuánto durará exactamente la erupción del volcán de La Palma, pero lo que sí es seguro es que en tierra firme la lava dejará terrenos baldíos durante décadas, y los bosques pueden tardar hasta un siglo en regenerarse. Después, tendrán que pasar cientos, o incluso miles de años de inactividad hasta que el volcán pueda declararse extinto.
