JOSÉ A. PONTE FAR
Gabriel García Márquez es uno de los grandes escritores modernos de la literatura universal. Novelista y periodista colombiano, ganador del Premio Nobel en 1982, es el creador de obras ya clásicas, como Cien años de soledad, El amor en los tiempos del cólera, El coronel no tiene quien le escriba, El otoño del patriarca y Crónica de una muerte anunciada, todas las cuales pueden ser recomendadas, sin ningún género de dudas, para que las lean nuestros jóvenes estudiantes.
Con García Márquez se confirma la consolidación de un movimiento literario, ligado preferentemente a la narrativa, que se conoce con el nombre de realismo mágico. Este viene a ser una superación del realismo tradicional, ya que pretende que en la narración aparezcan entrelazadas realidad y fantasía: unas veces será lo mítico, lo legendario, y otras, lo mágico y lo fantástico lo que se mezcle con naturalidad con lo cotidiano y lo de cada día. Este movimiento había comenzado en Hispanoamérica ya con Jorge Luis Borges, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier y Juan Rulfo, pero alcanza su mayor éxito y aceptación popular con García Márquez. Él fue el creador de un territorio eterno llamado Macondo, en el que conviven la imaginación, la realidad, el mito y lo onírico.
García Márquez es el primogénito de siete hermanos en una familia de pocos recursos, razón por lo cual vivió hasta los 8 años en casa de sus abuelos, Tranquilina Iguarán y el coronel Nicolás Márquez, que resultarían fundamentales en la posterior actividad creadora del nieto. La abuela, de ascendencia gallega, tenía una gran capacidad narradora, y el coronel alimentó su imaginación infantil con toda clase de aventuras militares y civiles.
Empezó a estudiar la carrera de Derecho, pues su padre estaba empeñado en que fuese abogado, pero en Bogotá, en cuya universidad se había matriculado, empezó a escribir en el periódico El Espectador para ayudarse económicamente, y acabó descubriendo que su verdadera vocación estaba en el periodismo. Poco a poco se va convirtiendo en un periodista de prestigio, empieza a publicar algunos relatos en la prensa, con lo que llega a ser un reconocido narrador, y es enviado a Europa como corresponsal del ya citado diario colombiano, lo que le permite vivir sucesivamente en París, Ginebra, Viena, Roma y España, y, por lo tanto, entrar en contacto con la literatura europea.
Su primera novela es La hojarasca (1955) y el primer reconocimiento popular le llega con la segunda: El coronel no tiene quien le escriba (1961). Unos años más tarde publica el trabajo que se convertiría en un auténtico éxito internacional: Cien años de soledad (1967), la novela en lengua castellana de más ventas en el mundo después del Quijote. Traducida a veinticinco idiomas, ganó seis premios internacionales y de ella se vendieron más de 40 millones de ejemplares. Su éxito fue determinante, también, para que se despertase el interés por lo que se escribía en América Latina, e impulsó lo que acabó denominándose el bum de la novela hispanoamericana.
Después de su consagración como novelista, publicará nuevas obras que no solo mantienen el elevado nivel de Cien años de soledad, como es el caso de Crónica de una muerte anunciada (1981), sino que, según mi opinión, lo superan.
Amor indestructible
Por ejemplo, El amor en los tiempos del cólera (1985), la novela de la historia de amor indestructible de Florentino Ariza por Fermina Daza, que es también una semblanza social de una época y de una nación hispanoamericana. El Premio Nobel que le concede la academia sueca en 1982 es el merecido colofón a una extraordinaria capacidad narrativa y a una calidad literaria difícil de igualar.
José A. Ponte Far es profesor de instituto jubilado y escritor.