CARLOS OCAMPO

El 20 de mayo de 1973 los lectores de La Voz pudieron leer un artículo del ingeniero Eugenio Pita Wonenburger titulado «Razón y ser de una autopista». En él repasaba cómo, al ir creciendo exponencialmente el número de automóviles (turismos, autobuses y camiones) en Estados Unidos, surgió la necesidad de acabar con «la enorme disparidad existente entre el vehículo moderno y los caminos que tiene que utilizar». Había tres opciones: desarrollar nuevas vías, que era la solución integral, arreglar lo mejor posible las existentes o aprovecharlas al máximo con la mínima inversión. Al optar por la primera solución se llegó al concepto de autopista y, cuenta el autor, la primera que se concibió fue en 1927 la Merritt Parkway, que une Connecticut con Nueva York. Se aprobó su presupuesto en 1935 y se abrió en 1938. Y pronto se comprobó la diferencia entre usar esta carretera de peaje y la antigua Boston Post Road: había un 30 % de accidentes menos y no pasaban por ella peatones, que suponían la mitad de los muertos en la vieja vía. Al concepto de seguridad se unían los de capacidad y velocidad para justificar que el alto coste que supone la construcción de autopistas al final resulta rentable. El artículo concluía que los 23.500 millones de pesetas (algo más de 141 millones de euros de la época) que iba a costar la autopista del Atlántico, o más bien el primer tramo, estaban más que justificados desde el punto de vista de la rentabilidad económica.

Este artículo se publicaba al día siguiente de la noticia de que se había adjudicado «el estudio sobre viabilidad y explotación de la autopista del Atlántico», la que sería la primera autopista gallega. El estudio costaría nueve millones de pesetas (54.000 euros) y debía presentarse antes del 10 de julio. Se adjudicó a una empresa barcelonesa elegida entre cuatro, Sociedad Autopista Concesionaria, que un par de meses más tarde, constituyó la Autopista del Atlántico Concesionaria Española, S.A. (Audasa, 16 de octubre de 1973), «de acuerdo con lo fijado en el Consejo de Ministros celebrado en La Coruña, el día 17 de agosto último» (La Voz, 18/8/1973).

Esta noticia apuntalaba los titulares publicados ocho días antes, el 12 de mayo, en primera página: «CONSEJO DE MINISTROS. Sale a concurso la autopista del Atlántico. Coste: 23.000 millones de pesetas. Longitud: 235 kilómetros. Plazo: 10 años». La información de las páginas interiores indicaba que suponía continuar con el Plan Nacional de Autopistas y concretaba que se explotaría en régimen de peaje, que su longitud total sería de 235 kilómetros y que serían «los puntos de origen y fin del itinerario la localidad de El Ferrol del Caudillo y la frontera portuguesa, en las cercanías de Tuy». Además del presupuesto, establecía «un plazo máximo de cuatro años, y de diez años para la totalidad de la autopista», y mencionaba lo que hoy es quizá el emblema de esta vía: «Como obra de especial interés incluida en la autopista, figura la construcción de un puente sobre la bahía de Rande, en las proximidades de Vigo». Y preveía «la construcción de enlaces en las inmediaciones de Fene, Puentedeume, Miño, Guísamo, Cecebre, Maceda, Órdenes (Labacolla), Santiago, Padrón, Villagarcía, Pontevedra, Cobres, Vigo, Porriño y Tuy».

De Rande a La Barcala

La autopista se empezó por el puente de Rande antes de que acabara el año. Vino a presenciar el inicio de las obras el ministro de Obras Públicas, Gonzalo Fernández de la Mora, al que acompañaba el secretario general técnico, José Luis Meilán Gil, el 17 de diciembre. La Voz recogió la crónica de la visita al día siguiente bajo este titular: «El de Rande será el puente más singular de España. Con una altura de 45 metros, permitirá el paso de los mayores buques existentes». Y añadía: «Está presupuestado en 1.278 millones de pesetas, y deberá entrar en servicio el 31 de agosto de 1977, junto con las obras del tramo Portosanto-Porriño y su enlace a Vigo».

Esta previsión no se cumplió. «Hoy se abre la autopista», contaba la primera página del 27 de abril de 1979. Y no hacía falta abrir el periódico para saber que el que entraba en servicio era «el tramo entre La Coruña y Santiago», que en realidad había que ir a buscar a «La Barcala […], desde el conocido como paraguas del Burgo», situado a diez kilómetros de la ciudad. Por cierto, en la actualidad la autopista tiene en servicio 219 kilómetros entre Ferrol y la frontera portuguesa.

PARA SABER MÁS

Los suscriptores pueden acceder a la Hemeroteca de La Voz. Un consejo: para tener éxito en la búsqueda, utiliza los cuadros que permiten acotar las fechas.

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