ANA ABELENDA
La pregunta es recurrente desde hace años, desde que un diario analizó con datos relativos a la comunidad de Madrid qué días solían nacer más niños y qué días menos. ¿Por qué cada vez nacen menos niños en domingo y en festivo?
Por lo que se ve, rompiendo una tendencia actual que favorece el tiempo libre de los profesionales que atienden un parto en ciertos hospitales frente al curso de lo natural, mi hija pequeña nació en domingo y festivo, el Día das Letras. Quizá fue que su hermana mayor le hizo un dibujo con una nota: «Eva, naz hoy!». Quizá una señal; la señal de que los festivos iban desde entonces a ser movidos en casa, de que adiós al dolce far niente, a la relativa tranquilidad del hijo único, a esa pereza hoy impensable de los domingos que solían quedar colgados en la parra de la siesta, en sobremesas sin línea de WhatsApp, o acabar con El carrusel deportivo y el «irse yendo a casa» con el tiempo suficiente para hacer la transición al lunes.
Tal año como este, el Día das Letras hay plan escolar, programas de actividades de fútbol y baloncesto, aquí o allá, y los que aún tienen familia y gusto por quedar cancelan la quedada familiar.
No es de extrañar que los niños prefieran jugar con otros niños que ir a un restaurante a comer dos horas como adultos y resistir el control y las riñas/caras largas de papá o mamá. Lo que me extraña más es que hay padres que ni lo dudan, te dicen: «Hay que hacerlo por los niños. ¿Cómo le vamos a castigar sin ir a jugar el partido? El niño quiere ir, es lo que les gusta, sus amigos van». No dudo que al niño le vaya el plan. Como no dudo que a algunos adultos les gusta aun más… librarse de esa comida en familia o la modorra del hogar. Somos niños de 40 sin fiestas de guardar. Es lo que hay. Yo entro al juego, en el banquillo. Ahora hasta en festivo hay plan escolar…