La voladura de la presa de Kajovka, situada en zona de Ucrania ocupada por Rusia, tuvo el efecto inmediato de inundar 80 poblaciones próximas, con la consiguiente necesidad de evacuar a los habitantes. Pero puede tener consecuencias aún más graves, porque el agua embalsada en ella se utiliza para refrigerar la central nuclear de Zaporiyia, lo que preopupa al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), aunque no ve que haya un riesgo inminente.
Es un lance más de guerra sucia. Ucrania y Rusia se culpan mutuamente, pero la mayoría de los dirigentes occidentales dan por hecho que fue el invasor el que provocó la catástrofe. Zelenski señaló que la robustez de la presa hace «físicamente imposible volarla desde el exterior, mediante bombardeos». «Se colocaron explosivos, y esa zona está bajo control ruso», añadió.