Bibiana García Visos
Mirar al cielo nocturno es un espectáculo gratis de pase diario al alcance de cualquier persona, que se torna todavía más atractivo cuando se trata de observar lluvias de estrellas. Aunque la más famosa sea la de las perseidas, que se puede ver en agosto, a lo largo del año hay alrededor de una destacada docena de estos eventos astronómicos. La más activa del mes de noviembre se conoce como la de las leónidas, y este 2023 alcanzará su máximo de una docena de meteoros por hora en la noche del viernes 17 al sábado 18, aunque ya pueden verse algunos desde el 6 de noviembre y hasta final de mes. Este será un año especialmente bueno para observarlas, ya que su momento de mayor actividad coincidirá poco después de la luna nueva, así que nuestro satélite no competirá con su luz con las leónidas, que brillarán en una noche muy oscura.
Los meteoros que producen la lluvia de estrellas de las leónidas son pequeños fragmentos que el cometa 55P/Tempel-Tuttle, descubierto en 1865, ha dejado a lo largo de su órbita alrededor del Sol. Como todos los años por estas fechas, la Tierra atraviesa la zona del espacio por donde se encuentran suspendidos estos restos del 55P/Tempel-Tuttle, que no superan el tamaño de un grano de arroz. Cuando uno de esos mínimos fragmentos entra en contacto con la atmósfera terrestre, se descompone por la fricción con el aire, creando así el resplandor luminoso que conocemos como meteoro o estrella fugaz, que en el caso de las leónidas suele dejar una estela de color verdoso.
Si trazásemos una línea imaginaria con la trayectoria de cada uno de los meteoros de una lluvia de estrellas, veríamos que parecen surgir de una zona concreta de la noche estrellada, lo que se conoce como radiante. Las leónidas, término que significa ‘hijas de Leo’, se llaman así porque parecen provenir de esa constelación, aunque pueden verse atravesar cualquier parte del firmamento, por lo que conviene dirigir la mirada hacia las zonas más oscuras del cielo.
El mejor lugar de observación es el que proporciona un cielo despejado, muy oscuro y con pocos obstáculos (como edificios, árboles o montañas) a la vista. No deben utilizarse instrumentos ópticos, como prismáticos o telescopios, que limiten el campo de visión. La constelación de Leo aparece por el horizonte a medianoche por la zona del este. Lo más cómodo para verlas es abrigarse bien, tumbarse en buena compañía y esperar a que la vista se acostumbre a la oscuridad.
Un otoño meteórico
Además de las leónidas, en otoño tiene lugar una de las lluvias de estrellas más activa del año (junto con las cuadrántidas y las perseidas), las gemínidas de diciembre, que pueden superar los 120 meteoros por hora. Como en el caso de las leónidas, su máximo de este año, del 14 al 15 de diciembre, coincide con luna nueva, lo que hará su observación excepcional. Como indica su nombre, las gemínidas parecen surgir de la constelación de géminis, que emerge por el horizonte de la zona este una hora después de la puesta del sol, y puede verse toda la noche. Nos espera un otoño de lluvias de estrellas excepcionales, siempre que las nubes no bajen el telón antes de que comience el espectáculo.