CRISTINA PORTEIRO
Esta ha sido una semana de sobresaltos en la política española. En Murcia y en Madrid ha habido enfrentamientos entre partidos que eran aliados. Sus protagonistas son dos: Ciudadanos (Cs) y Partido Popular (PP). Hasta ahora gobernaban juntos en esas comunidades. Pero eso saltó por los aires.
¿Por qué se ha levantado tanto revuelo?
Cs (centroderecha) rompió su alianza con el PP en la Región de Murcia. Y lo hizo presentando una moción de censura (votación para derrocar al presidente del Gobierno autonómico) con el apoyo del Partido Socialista. Cs defiende que lo hizo por considerar inaceptable la corrupción del PP en el suministro de vacunas en esa región y por su defensa del pin parental, exigido por el partido de extrema derecha Vox (supone que los padres puedan vetar la asistencia de sus hijos a actividades escolares de diversidad efectivo-sexual sin su consentimiento).
¿Lograron su propósito?
Por ahora, no. La moción de censura podría fracasar porque tres miembros de Ciudadanos, que habían apoyado al principio la iniciativa, se echaron atrás. El PP les ofreció buenos cargos políticos y salarios más altos y ellos accedieron. A este fenómeno de traicionar el voto a cambio de favores se le llama transfuguismo.
Y eso ¿qué tiene que ver con Madrid?
La misma mañana en la que Cs anunció la ruptura en Murcia, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), se apresuró a convocar elecciones anticipadas. Declaró que lo hizo porque temía que su socio de Gobierno (que también es Cs) hiciera lo mismo para echarla del poder.
¿Y en qué nos afecta al resto?
Todo este terremoto político es muestra de la división que hay en la derecha española. El PP lucha por recuperar el voto que le arrebataron Cs y Vox. Cs trata de volver al centro ideológico (políticas más moderadas), porque no hay sitio para tres partidos en la derecha.
¿Hubo otras consecuencias?
Sí. La situación ha hecho que el vicepresidente segundo del Gobierno central, Pablo Iglesias (Unidas Podemos), abandone su cargo para presentarse a las elecciones madrileñas. Lo hace en parte porque su partido corre el riesgo de no tener representación en Madrid, y si le sale bien podría aspirar a ser el líder de la izquierda.
ARRIMADAS: UN GIRO DOLOROSO HACIA EL CENTRO

Inés Arrimadas, Europa Press
La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, movió ficha en Murcia para reubicar su partido en el centro, después de escorarse a la derecha con su anterior líder, Albert Rivera. La estrategia no le salió bien de momento: perdieron su poder en Murcia y en Madrid.
Lanzar los dados para intentar gobernar en solitario o con Vox
La decisión de Isabel Díaz Ayuso de convocar elecciones es estratégica. No solo evita que la echen del poder los partidos de la oposición, que llevaban meses avisando de una moción de censura, sino que las primeras encuestas (antes de que apareciese Pablo Iglesias en la pugna) decían que Ayuso optaba a gobernar en solitario (eso es, con mayoría absoluta, que se obtiene cuando un partido tiene él solo más votos que el resto de las formaciones de un Parlamento) o con el apoyo únicamente de Vox. Este gesto tiene mucho que ver con el apoyo directo a Ayuso del líder del PP, Pablo Casado, que ha convertido Madrid en su apuesta personal, después de fracasar en las elecciones de Cataluña y el País Vasco.
Al igual que ocurrió con UPyD, Ciudadanos puede desintegrarse
La crisis que se ha desencadenado esta semana en Ciudadanos es muy grave. Es la guinda a un viejo problema. El PP intenta hacer desaparecer este partido fichando a algunos de sus miembros, como ha ocurrido en Murcia y Madrid. Para intentar desintegrar a Ciudadanos, han sumado a sus filas a algunos concejales del partido naranja. A esto se suma la crisis de Ciudadanos en las urnas. En las últimas elecciones generales (españolas) pasaron de conseguir 57 escaños (asientos en el Parlamento) a obtener solo 10. Los resultados fueron todavía peores en las elecciones catalanas del pasado mes de febrero: pasaron de ser la principal fuerza política, con 36 escaños, a quedarse solo con 6. Hay precedentes de partidos que desaparecieron, castigados por las urnas y por la fuga de políticos. El propio Ciudadanos fichó en su momento a miembros del ya extinto UPyD (centroderecha) atraídos por su entonces creciente éxito.

Mover ficha y eliminar rivales
Hace muchos años solo había dos partidos poderosos que se alternaban gobernando: PSOE y PP. Es lo que se llamaba bipartidismo. Pero a raíz de la crisis del 2008 surgieron nuevos partidos en la derecha (Ciudadanos [Cs]y Vox) y en la izquierda (Unidas Podemos [UP]) que han cambiado el juego político. El PSOE se vio en aprietos hace tiempo por el éxito de UP (extrema izquierda). Los socialistas tardaron en recomponerse y recuperar el terreno perdido. Y aunque hoy gobiernan juntos, siguen luchando entre sí por el voto de la izquierda. Igual está ocurriendo en la derecha.
Partido Popular
El Partido Popular (PP), liderado por Pablo Casado, trata de recuperar su masa de votantes, que se redujo en los últimos años. Y lo hace mientras gobierna en algunas comunidades, como Murcia y Madrid, coaligado con Cs y apoyado por Vox. Son aliados ideológicos (tienen ideas parecidas) y estratégicos (para evitar que gobierne la izquierda), como se puede comprobar en la foto que acompaña a este texto. Pero al mismo tiempo son rivales, porque la derecha no tiene tantos votos como para ser los tres importantes. El PP quiere seguir dominando, por eso ha aprovechado la situación e intenta debilitar a Cs. Para movilizar a la derecha que vota a Vox, la candidata, Isabel Díaz Ayuso, ha adoptado eslóganes usados por el expresidente estadounidense Donald Trump: «Comunismo o libertad».
Ciudadanos
El partido lo lidera Inés Arrimadas. Al principio tuvieron mucho éxito, sobre todo en Cataluña, por defender con orgullo ser español frente a las posiciones cada vez más radicales de los independentistas catalanes. Con tanto apoyo dentro y fuera de Cataluña, creyeron que podían reemplazar al PP en España, pero su giro hacia la derecha, en busca de votantes del PP, le ha pasado factura. Porque ¡ahí ya hay dos partidos más!: el PP y Vox. Ahora necesitan volver al centro, pero no lo tienen nada fácil. Han perdido posiciones en Murcia y en Madrid y su presencia es irrelevante en otras comunidades. En estas elecciones ni siquiera tienen un candidato.
SocialistaS (Psoe)
El partido que hoy lidera Pedro Sánchez ha conseguido recuperar parte de los votantes que un día se fueron desencantados a UP. Sin embargo, esto no es suficiente para gobernar en solitario. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) necesita a su rival de la izquierda porque no encuentra ningún partido en el centro con el que aliarse. La convivencia entre ambos no es fácil, pues piensan diferente en asuntos económicos o sobre el trato a los políticos independentistas catalanes presos. Su candidato en Madrid será Ángel Gabilondo, un catedrático de Filosofía muy respetado y comedido, que no ha querido aprovechar la pandemia para presionar a Ayuso, y por eso lo acusan de ser demasiado blando y no movilizar a sus votantes
Unidas Podemos
El líder de UP, y todavía vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, dejará su cargo para presentarse a las elecciones en Madrid, convencido de que conseguirá con más facilidad los votos suficientes para entrar en el Parlamento autonómico y formar una coalición contra Ayuso (PP) y Vox. La decisión es controvertida. No informó con tiempo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (PSOE), y no abrió un proceso de primarias en su partido.
VOX
Con Ayuso agitando el miedo a «los comunistas» (Unidas Podemos) y sus aliados socialistas (PSOE), Vox no ha tenido que intervenir en este terremoto. Pero su presencia en la campaña será muy importante, porque su candidata, Rocío Monasterio, que defiende sus ideas sin complejos, ya lo ha avisado: «¡Ahora sí que me voy a divertir!».
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ENTENDER
El transfuguismo, tan viejo como la política
■ Normalmente, los miembros de un mismo partido votan lo mismo. Pero a veces se rebelan, como ocurrió con los tres de Cs de Murcia. Puede ser porque creen que hacen lo correcto o que partidos rivales los hayan comprado, ofreciéndoles cargos o dinero para inclinar la balanza a su favor. En este caso, se habla de transfuguismo.
■ Ha habido casos muy conocidos de transfuguismo. El tamayazo tuvo de protagonistas a Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, dos socialistas del Parlamento madrileño que en el 2003 se abstuvieron en la votación para hacer presidente a su candidato, Rafael Simancas. Tras repetir las elecciones, salió Esperanza Aguirre (PP).
■ ¿Qué ocurre con los tránsfugas? Aunque los partidos firmaron un pacto, que está en vigor desde 1998, no se ha respetado. Estos sucesos acaban con la expulsión de los protagonistas (pasan a formar parte del llamado grupo mixto), aunque algunos se incorporan a partidos rivales.
PROFUNDIZAR
Ni Ciudadanos ni Vox tienen presencia en Galicia, lo que proporciona más estabilidad a la comunidad
■¿Podría ocurrir en Galicia lo mismo que ha ocurrido en Madrid? Es improbable. En primer lugar, porque ni Ciudadanos ni Vox tienen presencia en la comunidad. El nacionalismo estrictamente español no es capaz de penetrar en una región donde no se percibe ningún problema identitario o cultural. Eso ha evitado radicalismos.
■ La segunda razón por la que no podría suceder lo mismo es que el partido que gobierna la Xunta de Galicia (PP) lo hace con mayoría absoluta. No necesita a otros partidos.
■ ¿Significa esto que los Gobiernos de coalición (con dos o más partidos) son más inestables? No necesariamente. En países como Alemania es normal que los democristianos de la CDU (de la familia del PP) y los socialdemócratas (de la familia del PSOE) gobiernen juntos. Los pactos son naturales en política: dialogar, ceder, colaborar y llegar a acuerdos… Algo que parece más raro en España, ¿verdad?
■ ¿Por qué aquí es más difícil? En primer lugar, porque hay poca tradición de pactos, la democracia española es todavía joven. En segundo lugar, porque la ley electoral perjudica a los partidos pequeños (creada tras la dictadura, buscaba sobre todo la estabilidad). Y en tercer lugar, la fuerte jerarquía de los partidos dificulta acercar posturas con otras formaciones. Se ve como una debilidad.
■ ¿Es malo depender de otro partido? Por un lado sí, porque siempre hay que ceder en cosas que a uno le parecen importantes, pero también puede ser positivo, porque solo se consiguen cosas grandes cuando se colabora.