
4. ACTIVIDADES
SESIÓN 1
¿Fumas o respiras?
Antes de comenzar a trabajar con la noticia propiamente dicha, se aplica este cuestionario para sondear los hábitos y las actitudes hacia el tabaco. Una vez cubierto el cuestionario, se plantea un debate en el aula en torno a las respuestas emitidas.
NOMBRE DEL ALUMNO:
GRUPO:
FECHA:
1.¿Cuál es tu relación con el tabaco?
A)Fumo todos los días
B)Fumo los fines de semana
C)Fumo en ocasiones especiales (una fiesta, una boda…)
D)Fumé durante un tiempo, pero lo he dejado.
E)Lo he probado pero no fumo
F)Nunca he fumado
2.Si te consideras fumador:
A)¿En qué situación lo hiciste por primera vez y con quién estabas? (En una fiesta, en el recreo, en casa, en la calle; con amigos, con mis padres, con desconocidos…).
B)¿Cuántos cigarrilos fumas al día o a la semana?
C)¿Por qué lo haces?
D)¿Te gustaría dejarlo?
3.Si te consideras no fumador:
A)¿Cuáles son tus razones para no hacerlo? (no me gusta, sé que hace daño a la salud, no me lo he planteado…).
B)¿Crees que durante los próximos años seguirás sin fumar?
C)¿Hay situaciones en las que te sientes presionado por el grupo para fumar? ¿En cuáles? ¿Cómo actúas?
4. ¿Sabes de qué va la Ley Antitabaco vigente en España? Explícala. ¿Qué opinas de ella?
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SESIÓN 2
Las siete palabras clave de la noticia
Se entrega a cada alumno una copia de la noticia de la que parte la unidad didáctica. Por grupos, completan el siguiente cuadro (posteriormente se debaten las distintas respuestas emitidas):
ANÁLISIS DE LA NOTICIA
Los jóvenes europeos exigen endurecer las leyes antitabaco
QUIÉN
Personas, grupos, entidades o cualquier ser que pueda constituirse en agente o paciente de esta noticia.
QUÉ
Los hechos importantes de la noticia y los términos que hay que conocer para entender el significado de la noticia.
DÓNDE
Los sitios y los espacios que determinan la situación física de la noticia.
CUÁNDO
Tiempo, fechas y momentos significativos de la noticia.
CÓMO
Los pasos del proceso, las formas, las técnicas y la metodología.
CUÁNTO
Todo aquello que se puede cuantificar de algún modo, e influye o describe mejor lo que ha pasado.
POR QUÉ
Los objetivos, los motivos, las causas y las consecuencias.
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SESIÓN 3
Argumentos, por favor
Se divide a la clase en dos bandos: uno debe buscar razones para fumar y el otro debe encontrar razones para no fumar. Un voluntario sale al encerado y va situando en dos columnas los argumentos que están a favor y los que están en contra. Para llevar a cabo la dinámica el profesor puede apoyarse en el siguiente documento y entregarlo al fiinal de la clase.
Documento para el profesor
Razones para fumar
1. Fumar me hace más atractivo
2. Ya dejaré de fumar cuando me dé la gana. ¡Por ahora es un placer!
3. La gente y los medios de comunicación exgeran mucho cuando dicen que fumar mata.
4. Todavía soy joven. Por ahora el tabaco no puede hacerme daño.
5. Todo el mundo fuma, incluso mis padres o mis profesores.
6. Fumar me relaja… ¡y está tan rico!6
Razones para no fumar
1. La tos crónica, el mal aliento, la piel apagada y una sonrisa con dientes amarillos no te convierten en un bollito, precisamente.
2. Una gran proporción de fumadores no consiguen dejar de fumar: más de la mitad han intentado dejarlo sin éxito.
3. El 90% de los casos de cáncer de pulmón se da entre los fumadores. El tabaco también es el responsable del 75% de las bronquitis crónicas y de la cuarta parte de los infartos de miocardio y anginas de pecho.
4. El efecto de fumar es inmediato, el cuerpo reacciona en segundos. Ésto es lo que afecta al organismo:
-Corazón: cierra las venas, haciedno que le sea más difícil funcionar y bombear la sangre al organismo. La tasa cardíaca aumenta, sometiendo el corazón a mayor esfuerzo.
-Pulmones: irrita e inflama los bronquis, dificulta la respiración.
-Boca: daña la piel de los labios, lengua y garganta. Distorsiona el sabor de las comidas.-
Nariz: irrita las mucosas, empeora el olfato.
-Piel: produce sequedad y arrugas.
5. Sólo lo hace el 30% de los adultos y el 18% de los adolescentes. Además, muchos de los que ahora fuman empezaron a hacerlo antes de que se descubriese que fumar es tan nocivo para la salud. A muchos de ellos les gustaría dejarlo, pero no son capaces.
6. En realidad la nicotina actúa como estimulante y por tanto no tranquiliza nada. En cuanto al sabor… lo cierto es que cuando te has fumado un paquete ¡sabe fatal!
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SESIÓN 4
Encuentra la noticia
Por grupos, los alumnos deben entrar en Internet y buscar, a través de Buscavoz, las noticias publicadas por La Voz de Galicia relacionadas con el tabaco en el último año. Se aplica a cada noticia la plantilla de las siete palabras clave (sesión número 1) y se realizan murales, por grupos, y temas.
- Grupo 1: Fumadores pasivos (¿quiénes son los más perjudicados?, ¿realmente ven afectada su salud?, ¿qué dicen los estudios científicos?)
- Grupo 2: Ley antitabaco (¿cuándo ha entrado en vigor?, ¿en qué consiste?, ¿los hosteleros cumplen la normativa?, ¿se han puesto en marcha sanciones?)
- Grupo 3: Los países europeos (¿cuáles aplican legislaciones más duras?, ¿y cuáles están a la cola?, ¿cuál es la situación de España con respecto a ellos?)
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SESIÓN 5
Confesiones de un fumador
Terenci Moix, el escritor catalán fallecido en 2003, empezó a fumar en su adolescencia, allá por los años cincuenta, y no dejó de hacerlo hasta el último mes de su vida, cuando ya sus pulmones estaban totalmente obstruídos y no tenía fuerzas ni para inhalar una bocanada de humo. En el artículo de prensa que tituló Fumando muero, escrito en la primavera del año 2000, relató con maestría sus vivencias, emociones y opiniones en relación al mundo del tabaco.
En esta última sesión proponemos la lectura del artículo y su posterior debate en relación a las frases subrayadas en el texto.
Fumando muero
He estado a punto de morir con la gentil colaboración de Tabacalera Española. Puedo hacer esta afirmación con absoluta certeza, porque he sido fiel a los productos nacionales desde 1957. El consumo salvaje de las marcas Celtas y Ducados me permite afirmar que los asesinos hablan mi idioma. Tampoco hay duda respecto al color: es negro, negrísimo, color culpa. Cuando he residido en el extranjero han sido Gitanes y Gauloises, con la aportación decididamente cutre de los Nazionale cuando viví en Roma. Y todos en cantidades tan ingentes que justifican el título de este artículo, al estilo de «Yo fui una madre soltera» o «Yo fui un Frankenstein adolescente». O, siguiendo con el cine: «Me llamo Lillian Roth y soy una alcohólica». Así, pues, confesión pura y dura. (…)
Estamos hablando, naturalmente, de una compulsión, pero en lenguaje llano puedo llamarlo obsesión, delirio y hasta locura. Sólo con epítetos un tanto desorbitados puedo calificar a los alucinantes momentos en que intenté desengancharme. Y esto en una época en que el enfisema ya había convertido mi caso en cuestión de vida o muerte. Vértigos, estados de histeria, alucinaciones, agresividad, eran algunos peldaños que me hacían subir directamente a la desesperación. Tales reacciones me hacían ver que casi cuarenta años de tabaquismo habían hecho su efecto. No era una constatación demasiado útil. El reconocimiento de un fallo y su enmienda no siempre van juntos; sobre todo cuando la adicción es tan traidora como para aportar a cada causa su justificación; sus coartadas a menudo múltiples. La primera de ellas: «Si no dejo el tabaco es porque no quiero. Y, después de todo, siempre hay tiempo para hacerlo».
Pero el tiempo transcurre, las facultades menguan, la basura va invadiendo los pulmones, al final los devora y la dependencia crece hasta convertirse en una esclavitud. Lo más lógico es reconocer de una vez que me he convertido en una piltrafa, pero los Ducados pueden más. Pertenezco a la raza de fumadores que quieren dejarlo… sin quererlo dejar. Con mi enfisema debidamente diagnosticado continué consumiendo el veneno y reduciendo mi calidad de vida al mínimo, por no decir a la nada absoluta. Nunca faltaron excusas. ¿Cómo iba a escribir una sola página sin mis aliados, los cigarrillos? Pero los Ducados no me han convertido en Joyce. ¿Cómo hacer el amor sin aspirar, después, una calada, como hacían las heroínas de la nouvelle vague? Pero no se me presentó la oportunidad, porque gracias al tabaquismo entré directamente en la impotencia sexual, con el consiguiente deterioro de mis relaciones de pareja. Pero seguí prefiriendo los Ducados a un acto de amor; y al cabo los preferí a la posibilidad de caminar. Tanto es así que el pasado año, tuvo que llevarme un coche desde el hotel Ritz al Museo Thyssen, donde daba una conferencia. No podía cruzar el paseo del Prado, pero de mis tres paquetes de Ducados no me apeaba ni el dios Neptuno, testigo de aquel dislate.
En tales circunstancias, no podía recurrir a las frases estilo «¡Virgencita mía, qué cruz me has mandado»! ; y no podía hacerlo porque la cruz me la busqué yo, aunque no sin ayuda A los dieciséis años recurrí al cigarrillo como tantos otros: no para hacerme el macho – comprenderán que esto siempre me importó un pito – sino como forma de distinción social aprendida en la moda y, desde luego, en los dioses del cine; pero las tabacaleras todavía no me alertaban con esa astuta advertencia que adornaría las cajetillas muchos años después, cuando ya era demasiado tarde: «El tabaco perjudica seriamente la salud». Santo aviso, pero ambiguo. El tabaco entraría a formar parte de las múltiples cosas que pueden dañar la salud en mayor o menor grado, pero nunca, en anuncios o cajetillas, he leído que los cigarrillos crean adicción. Y es aquí donde los fumadores perjudicados estamos en el derecho de exigir responsabilidad y de acusar a las tabacaleras de criminales.
(…)
Son más poderosos que cualquier droga, pues mientras me convertían en adicto, en obseso, en esclavo, me hacían creer que me estaban ayudando. Pero ¿a qué? Los problemas, cualesquiera que fuesen, seguían existiendo aunque los disfrazase tras una cortina de humo. Más aún: generaban un nuevo problema, que no era sino el reconocimiento de mi irresponsabilidad. Si no fumaba caía en la desesperación; si fumaba me desesperaba por ceder. Y a fe que intenté dejarlo por todos los medios aconsejados: libros de ayuda, acupuntura, ondas electromagnéticas, parches de nicotina, pastillas, boquillas… Sólo que faltaba lo más importante: la decisión verdadera, asumida, de querer dejarlo realmente. Los cojones que Tabacalera me había arrebatado.
Mientras, el enfisema seguía su curso. Y el tabaco también. Una pintoresca pulmonía doble vino a completar el cuadro. Y a mayor peligro, más tabaco.
Enlazo con el principio: he visto a la Muerte cara a cara. No era como la de Ingmar Bergman, negra, ni como la de Woody Allen, blanca. Era azul, como un paquete de Ducados, y cada vez que en la clínica me agujereaban venas y arterias para introducirme sueros o sondas, o yo qué coño sé, imaginaba que me estaban incrustando cigarrillos. Después de todo es lo que había estado haciendo yo mismo durante 40 años. En esta excursión a las fronteras del Más Allá descubrí el único final de la abominación, que no es otro que romper con ella a rajatabla. Con ayudas pertinentes, llámense parches, pastillas, comidas-nunca saboreada antes-, horas de sueño, lo que sea pero siempre como elección inevitable.
Hace ya tres meses de esta decisión, y la esclavitud al cigarrillo se me aparece como algo lejano, como un engaño destinado a anularme. Y lo que más me maravilla es la rapidez de esta recuperación, la ausencia de sufrimiento -temor tan importante para quienes quieren dejarlo- la fácil eliminación de la nicotina -otro de los temores más extendidos-y, sobre todo, la insólita sensación de serenidad derivada de una autoestima que se va acrecentando a medida que pasan los días. ¡Esas sobremesas sin cigarrillos, cuando siempre pensé que serían el momento más delicado! Y esos mil actos que no podía efectuar sin ir fumando y que ahora cumplo tranquilamente. Sin añoranzas, sin recuerdos. No digamos ya el percatarme de que, en esos noventa días, mi cuerpo ha dejado de consumir más de seis mil cigarrillos. También el lujo de permitir que los demás fumen a mi lado, sin inmutarme, porque entre las cosas que no pienso hacer es convertirme en flagelo de fumadores; o sea, dictador de la salud ajena.
Me siento muy orgulloso de mí mismo, pero al mismo tiempo me tengo por estúpido por no haberlo dejado antes. Y es que el deterioro ha sido inexorable. Por más que haga a partir de ahora seguiré viviendo con mis facultades considerablemente disminuidas. Ninguna reforma conseguirá devolverme el trozo de pulmón que me falta, por no hablar de deficiencias cardiovasculares, sexuales y algunas bendiciones más. Mi falta de voluntad me ha convertido en un medio hombre. Y todo gracias a Tabacalera Española, que me presentó a mis asesinos cuando tenía la tierna edad de dieciséis años y no estaba en condiciones de reconocer los variopintos disfraces de la Muerte.
TERENCI MOIX