SARA CARREIRA
Fran García del Pozo es un entusiasta de la programación. Vinculado al mundo de las nuevas empresas desde hace muchos años, residía en Nueva York, y fue allí desde donde ha dado el salto a la divulgación del diseño de software. Lo hace a través de una oenegé estadounidense (code.org) auspiciada por los grandes nombres de la tecnología que todos conocemos, y con un objetivo claro: que nadie se quede fuera no ya del futuro, sino del presente, y especialmente aquellos jóvenes de entornos vulnerables. «Desde el punto de vista tecnológico, da igual Palo Alto que Santiago o Dubái», recalca.
—Code.org aterriza en Europa, Asia y África de la mano de su equipo, pero ¿qué es esta organización?
—Es una oenegé que nació después de que los hermanos Ali y Hadi Partovi, persas afincados en Estados Unidos, promoviesen la programación en las escuelas; era 2013 y en su solo día recibieron 15.000 peticiones de colegios de todo Estados Unidos. El movimiento empezó a crecer y contaron con el apoyo de personas como Bill Gates o Mark Zuckerberg. En el 2016 dieron el salto al sector público de la mano de Barak Obama, entonces presidente de EE. UU. Hoy, el 40 % de los alumnos de Estados Unidos tiene una cuenta en code.org. En esta aplicación encuentran cursos muy sencillos para aprender a programar, y damos formación a los profesores para que acompañen a los alumnos. En el 2018 Code dio el salto a Latinoamérica y ahora quiere llegar a Europa, y lo hace a través de un equipo 100 % español.
—¿Así que la idea es que todo el mundo sepa programar?
—La programación es el bilingüismo tecnológico, lo que abre las puertas al trabajo no ya en el futuro, sino en el presente. Antes saber inglés marcaba la diferencia y hoy es saber programar. Tal vez no todo el mundo tenga que dominarlo, pero sí entender la programación. El pensamiento computacional que se desarrolla al programar potencia habilidades como la lógica, la creatividad y el pensamiento crítico; estructura las ideas. Pero además empodera al que lo hace, porque puede resolver problemas, atender necesidades de su entorno. Es inclusivo y horizontal en el poder. Da igual que estés en Galicia, Dubái o California.
—¿Qué cree que hace falta para generalizar este conocimiento?
—Primero, información. En el año 2015 la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt) hizo un estudio y descubrió que el 82 % de los padres desconocen qué es la programación; las familias no saben lo importante que es programar; unas creen que es cosa de frikis y otras que sus hijos ya pasan mucho tiempo con el móvil o la consola. El segundo objetivo es formar, tenemos muchos cursos para alumnos de diferentes edades y complejidad, y para profesores, porque formar a los docentes es muy importante, fundamental. El tercero objetivo es medir, queremos hacer un barómetro para saber cómo evoluciona el conocimiento y la formación.
—¿Cree que la pandemia les ha ayudado a que se valore la importancia de la tecnología?
—Creo que sí, que en general hay una mayor sensibilidad. Ahora necesitamos llegar a todos. Lo hacemos en todo el mundo ya con la Hora del código. Es una iniciativa que llama mucho la atención: conseguimos que líderes políticos, sociales y deportivos dediquen una hora a programar, para que se vea que se puede empezar de una forma sencilla, hay que desmitificar algunas creencias. Tengo que reconocer que la acogida que tenemos es muy buena, en todas partes, empezando por la reina de España, que se ha mostrado muy interesada. Nuestro primer embajador en Europa es José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica.