ANA ABELENDA

Las preguntas son avispas, no hay quien las aparte sin que piquen. La pregunta a la que da pie esta columna es de la divulgadora y madre de cuatro hijos Catherine L’Ecuyer, autora de Educar en el asombro y Educar en la realidad: ¿Enviarías a tus hijos a un colegio sin pantallas y en el que los padres se comprometen a no comprar un smartphone a su hijo antes de los 16? Diría que sí, pero llego tarde. No es novedad que en Silicon Valley van a más los coles sin tabletas ni ordenadores, y «las cuidadoras más baratas del XXI» (palabras con que la experta en disciplina positiva Bibiana Infante se refiere a los móviles) son reemplazadas por niñeras de carne y hueso que trabajan con la cabeza, sin móvil. Es indudable que la tecnología ayuda mucho a simplificar las cosas, pero la dificultad, aunque no nos guste nada, educa. Que en Palo Alto, donde se incuba la inteligencia artificial que transforma nuestro mundo, se dé clase con las pizarras y las tizas de toda la vida, nos para un poco a pensar. Como el hecho de que Bill Gates no haya dado un móvil a sus hijos hasta que cumplieron los 14.

L’Ecuyer está trabajando en el proyecto del primer colegio de educación clásica en España, en el que está previsto que los alumnos estudien sin pantallas, una clásico que nos hace desandar atrás para recuperar la calidad del pensamiento, el asombro frente a la fascinación de lo virtual.

Tuve el primer ordenador con 19 años. Llegué tarde al WhatsApp y al Skype, pero en dos días me puse las pilas. La tecnología lo pone fácil… El móvil lo dominas en medio día, ¿y el pensamiento crítico, en cuánto, cuánto tardas en tener un aprendizaje significativo, duradero, con poso?

Los niños hoy lo tienen todo, oigo, y me quedo sin cobertura.

¿No será el problema, que tienen mucho de todo lo que no necesitan? ¿Qué recuerdas de tu infancia? Yo lo que no tuve… (una hermana, una tienda de campaña) y tuve mucho. ¿Recordarán nuestros hijos lo que no tuvieron? Seguramente sí. Es la ley del deseo.

El domingo, mi hija de 7 hizo una «caja de secretos» única en el mundo. Dice que la hizo para que los duendes le dejen cosas. Mientras no le dejen un móvil, todo correcto.

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