Patricia Barciela
El triunfo de Adrián Ben en el Campeonato de Europa de Atletismo en pista cubierta también puede verse desde el punto de vista de la ciencia. Y es que, como Adrián en el momento de la salida, cientos de veces al día reaccionamos ante el mundo que nos rodea. Y en muchas otras ocasiones nuestra reacción tiene que ser rápida. Y rápido significa tardar solo una fracción de segundo. Así que, para ir entrenándote, prepárate a leer este artículo a la de… ¡ya!
Cada reacción sigue el mismo proceso básico. Una parte sensorial de tu cuerpo, como los ojos, el oído o la piel, detecta el estímulo. Entonces envías señales a través de tus nervios hasta el cerebro a una velocidad de 100 metros por segundo o, lo que es lo mismo, ¡360 kilómetros por hora! Tu cerebro se hace consciente de la situación, toma una decisión y responde, enviando una señal a través de los nervios motores a tus músculos y diciéndoles cómo responder.
Muchos deportes dependen de las reacciones rápidas. Cuando un jugador de tenis devuelve un fortísimo servicio, la bola se desplaza a más de 160 kilómetros por hora. Su oponente tiene menos de un tercio de segundo para estimar la velocidad y la dirección de la bola, moverse hacia la posición adecuada, observar el bote y el giro de la pelota y colocar la raqueta para el golpe de vuelta. Cuanto más practicas estas respuestas rápidas, más rápido y suavemente tu cerebro, tus nervios y tus músculos podrán hacerlo.
En una prueba de velocidad, los corredores se colocan en la línea de salida minutos antes de empezar la carrera. El juez dice: «En sus marcas». Los atletas se colocan apoyando los dedos delante de la línea de salida y los pies en los tacos. Tras el «listos» del juez, los atletas saben que el siguiente sonido que oirán es el disparo, que marca el inicio de la carrera.
Siempre hay una fracción de segundo desde que se oye el sonido hasta que llega al oído, después al cerebro, se identifica y se envía un mensaje a los músculos para ponerlos en marcha. Es el tiempo de reacción que el atleta necesita para empezar a correr. Habitualmente una persona tarda 0,15 segundos en reaccionar al disparo. La reacción de un atleta es más rápida; solo una décima de segundo. Por eso, si un atleta tarda menos de una décima de segundo en reaccionar, su salida no será válida. Habrá empezado a correr antes de que su cerebro haya tenido tiempo de reaccionar al disparo del juez de salida. Cuando el juez dispara desde un extremo de la pista, el corredor más cercano lo oye una fracción de segundo antes que el que está más lejos. El sonido necesita su tiempo para desplazarse por el aire. Una forma de evitarlo es que haya un altavoz detrás de cada corredor.