Presentación

A partir de un análisis somero de la evolución demográfica del planeta y de Galicia, se plantean una serie de actividades destinadas a provocar en los alumnos una reflexión en torno a la crisis poblacional gallega, vinculada al abandono del medio rural, el crecimiento de las ciudades y el consiguiente cambio cultural resultante. En este marco, se analizan las consecuencias medioambientales de estos procesos, y finalmente el papel de cada ciudadano a la hora de revertir toda esta situación.

1. LA NOTICIA

El gran milagro de la pequeña Tomasina

La hija de una inglesa y un catalán, nacida hace un mes, rejuvenece la población de A Teixeira, uno de los cuatro municipios gallegos más envejecidos

JUAN CARLOS MARTÍNEZ

Redacción / La Voz 02 de junio de 2014

La vecina más popular del concello de A Teixeira, Ourense, se llama Tomasina. Todo el mundo la conoce a pesar de que ella todavía no se expresa con palabras: nació hace un mes. Pero su llegada al mundo es motivo de comentario y de alegría en un municipio como este: con un censo de solo 406 habitantes, 219 de ellos, el 54 % del total, han alcanzado la edad de jubilación.

La crisis demográfica gallega tiene varias facetas. Una es el envejecimiento de la población: los mayores de 64 años representan el 23,15 % del censo de la comunidad autónoma. El extremo en este aspecto lo ocupan cuatro municipios, todos ellos de la provincia de Ourense, en los que más de la mitad de los habitantes han cumplido ya los 65 años. Son A Teixeira y San Xoán de Río en el norte de la provincia y Lobeira y Calvos de Randín en el suroeste. Al visitarlos se ven algunos factores comunes: están situados en zonas de media montaña, mantienen una economía fundamentalmente agraria y los líderes locales confían en el turismo como fuente futura de sostenimiento, porque también todos ellos cuentan con una belleza natural innegable y su rico patrimonio construido, ya sea arqueológico, monumental o de la arquitectura popular, se conserva sin alteraciones.

Once niños, 18 nonagenarios

Pero la riqueza paisajística y la naturaleza pura no son valores suficientes para asentar población… a no ser que vengas de fuera. Los mayores de A Teixeira tienen hijos y nietos, pero estos han nacido o se han ido a núcleos mayores, empezando por el más cercano, Castro Caldelas, la cabecera de la comarca, y sobre todo a Ourense capital, pero también a Vigo, a Madrid o a Caracas. En el concello, según el censo del 2013, viven once niños de 9 años o menos, y 18 personas de 90 años o más. Y ahora, Tomasina.

La primera noticia del bebé la facilitan en la Casa Grande de Castrosende, un establecimiento turístico que promete, por la espectacular situación de aquella aldea sobre el cañón del Sil y por las propias características del hotel, un edificio ancestral pero bien adaptado interiormente para el confort y dotado de un patio interior que revela su pasado pacego. La primera sorpresa también la recibimos allí: el local lo lleva una joven pareja de Huelva, que vio la oferta de trabajo, hizo los bártulos y se vino sin dudar a la Ribeira Sacra.

«Este será uno de los municipios con más gente mayor -dice el hostelero-, pero acaba de nacer una niña aquí al lado, la niña de Anna». No es mal sitio para venir al mundo, ¿verdad?, ¿se animarían?, les preguntamos. La respuesta, con sonrisas, es que no lo descartan. «Es precioso. A ver cómo nos va. Estamos aquí desde poco antes de la Semana Santa y en esas vacaciones ya tuvimos bastante gente; un grupo de daneses, ahora unos argentinos. Vienen muchos extranjeros que buscan paz y naturaleza, y esperamos trabajar bien en verano».

Igual que ellos, los padres de Tomasina también vienen de fuera. Son Anna, inglesa, y Lluis, catalán, artesanos los dos. Conocieron el pueblo en un viaje, los deslumbró la belleza del lugar y decidieron quedarse. No hay quien les borre la sonrisa de la cara. Ella es tejedora, vende telares y telas a través de Internet y organiza en su casa de piedra y madera, situada sobre un vallecito poblado de arboleda autóctona, cursillos para dar a conocer el arte del tejido tradicional y el teñido con tintes naturales. Utiliza plantas locales para conseguir todos los colores imaginables. Lluis es cestero y reproduce las formas históricas de la cestería de todo el norte de España, que vende igualmente a través de la Red, principalmente por encargo. Hace también cunas, que él llama por su nombre gallego, berces. Pero el que acoge a la pequeña Tomasina no es de ese modelo ad hoc, sino un gran cesto como para ir a la compra en el que han llevado al bebé al hospital de Ourense y al centro de salud del pueblo, para regocijo del personal sanitario. Metida en el cesto, la niñita parece aún más un regalo.

«Este es el lugar ideal para vivir y para criar a un niño -dice Anna-, pero la gente joven se va porque no hay trabajo. Están las bodegas, que van progresando, pero poco más. Para instalarte aquí tienes que traerte tu propia empresa, como es nuestro caso, alguna iniciativa que puedas servir a través de Internet o un trabajo que no dependa del lugar en donde estás». «Es el sitio perfecto para nosotros -añade Lluis- y para cualquiera que aprecie una vida tranquila y sin enormes aspiraciones». Solo ven un defecto: la dificultad de comunicación. Son cosas de los recortes presupuestarios en la sanidad: Anna tuvo que desplazarse a Ourense varias veces durante su embarazo porque ni en A Teixeira ni en la capital comarcal hay matronas. Y es un viaje de una hora.

El matrimonio reconoce que su entorno se despuebla, pero también hablan de algunos recién llegados que esperan establecerse y disfrutar de la naturaleza viva y del trato franco que dispensan los vecinos. «Allí enfrente -en la otra ladera de la vaguada- se han instalado unos chicos de Vigo, y abajo, en Abeleda, creo que hay otra chica inglesa o irlandesa».

Refuerzos urbanos

Miguel Antonio Cid Álvarez es alcalde de este pueblo desde hace 14 años, por el PP, y su médico desde hace más de treinta. Desde el mirador que hay frente a la casa consistorial, en el núcleo de A Teixeira, a más de 200 metros de altura sobre el valle de Abeleda, se ve buena parte del pueblo. El alcalde señala los núcleos como si tuviera delante un mapa: «Aquí, en Lumeares, hay tres o cuatro rapazotes; allí, otros dos, y en aquel de allá, una pequeña». «Esto es un entorno natural increíble -dice el alcalde-, de arbolado autóctono, muchos ríos, una impresionante serie de cascadas en O Cachón, vistas espectaculares…». Pero parece que todo este espectáculo lo aprecian más los de fuera que los de aquí. «Bueno -asegura-, los de aquí eso ya lo dan por hecho».

Dos de los rapazotes que contabilizaba el alcalde son hijos de una exurbanita coruñesa, Mercedes, que reparte su tiempo entre escribir libros, trabajar en una oficina y producir una excelente miel ecológica. Más abajo, una ciudadana alemana, Lidia, lleva unos años fabricando mermeladas sin aditivos con las frutas y las bayas de la zona.

Ellas, como Anna y Lluis, se decidieron a quedarse por la naturaleza impoluta y por la vida tranquila, fuera de humos y de atascos. Stendahl escribió aquello de que la belleza es una promesa de felicidad. A pesar del envejecimiento, parece que la belleza de A Teixeira va cumpliendo sus promesas.

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