ANA ABELENDA
Desconectar. Acostarse y levantarse tarde. Saber quién tiene un novio 05, cuál es la serie del momento y el último libro de Joana Marcús. Cambiarse de ropa. Convertir el baño en un spa ¡o en la KGB! Dar un portazo sin rencor, con naturalidad. Dejarte en visto toda la tarde. Cuándo es el Morriña Fest. Mirarte raro, como si fueras un plato de acelgas cocidas. Mandar un audio cuando y como se debe hacer (nada de pódcast, por Dios). El último vídeo viral en TikTok. Las zapatillas que molan hoy, las mejores imitaciones y cómo de sucias se deben llevar. Estar años en la habitación. El meme del momento. Las alineaciones de fútbol. Las palabras que nunca se deben decir para quedar mal. Entender en dos minutos los mensajes de los cuatro subgrupos de WhatsApp de Baby Basket. Avergonzarse cuando su madre las llama en medio de la multitud. Defender a sus amigos por encima de todos los adultos y de todas las broncas, suspicacias y reproches maternos. Perderse y perder la noción del tiempo. Hacer que los demás pierdan su paciencia esperándolas. Priorizar (el placer sobre el deber). Decir «no es justo». Esconder el móvil y contar la actualidad de sus vidas en las cuentas en las que casi todos están admitidos como socios (… menos tú). Iniciar a las 23.00 horas un thriller psicológico casero, una apasionante conversación llena de preguntas y confidencias. Contar contigo cuando tienes mucho sueño o cuando tenías un plan. Dejarte con la palabra colgando en la boca. Apasionarse, contar mentiras increíbles y sufrir de verdad. Escapar del pasado. Oler el mañana. Rebelarse. No ventilar su habitación. Quedarse un poco (un mucho) más. Entender el Metaverso. Hacer tres cosas a la vez. Resolverlo todo en el último minuto. Derretirte de amor como nadie el raro día en que te dan un abrazo y dicen «te quiero».
El punto débil de mamá.