Autor: Marcos Pérez Maldonado
Niveles: Primaria, ESO, Bachillerato

MIGUEL SOUTO
Introducción
Las luces navideñas, junto a los excesos en comidas y compras o la saturación de anuncios de perfumes y juguetes, constituyen uno de los rasgos más característicos de la vertiente más comercial de estas fiestas. En este año tan extraordinario en el que tanto los desplazamientos como los encuentros con familiares y amigos van a estar muy restringidos a causa de la pandemia, algunas voces han sugerido la oportunidad de reducir el gasto en alumbrado navideño. Sin embargo, poco a poco hemos visto como ciudades, villas y pueblos inauguraban sus iluminaciones festivas, aunque bien es cierto que evitando las aglomeraciones que vimos en años pasados.
Noticias
Esta pieza de opinión de la columnista Sandra Faginas llevó al periódico una conversación que ya estaba teniendo lugar en la calle. ¿Realmente tiene sentido gastar dinero público en iluminación navideña en la situación en la que estamos?
Por supuesto, otros comentaristas defendían que el alumbrado navideño serviría para animar la actividad y mejorar la situación económica de comerciantes y hosteleros que están pasando muchas dificultades.
Las empresas del sector ya habían criticado las campañas contra la reducción del gasto en alumbrados navideño.
La mayoría de los ayuntamientos, responsables de contratar las luces de navidad, parecían tenerlo muy claro. Vigo, la ciudad gallega que más invierte en la celebración de estas fiestas, comenzó la instalación del alumbrado en pleno verano. Sus luces cuestan un millón de euros.
El encendido de las luces se ha convertido en un gran evento, aunque este año deslucido por la distancia social. Los alcaldes no reparan en exageraciones, como cuando nos recuerdan que “la Navidad arranca en Vigo en este planeta”.
A Coruña invirtió la mitad que Vigo, aunque un 40% más que el año pasado.
Ourense también hizo la instalación más cara de su historia, gastando aproximadamente el doble que el año pasado y recurriendo a la misma empresa que instala los alumbrados las luces en Vigo y A Coruña.
Santiago de Compostela también incrementó su presupuesto en iluminación navideña un 20%.
Algunos ayuntamientos optaron por reducir las partidas para el alumbrado navideño, como Cambre, que lo redujo a la mitad para incrementar el gasto social.
Contenido
¿Las luces generan riqueza?
Hasta este año los ayuntamientos justificaban el gasto creciente en alumbrado navideño como una inversión que atraía visitantes y fomentaba el consumo en comercio y hostelería. Se hablaba así del “retorno económico” de estas inversiones, aunque por desgracia no hay muchos estudios independientes sobre el impacto real del alumbrado navideño en la economía de las ciudades. Además de esta falta de análisis, también se apunta que estos beneficios no se reparten equitativamente, puesto que benefician más a algunos sectores y sobre todo a los establecimientos del centro frente a los de la periferia. Esta crítica se hace más relevante en 2020, puesto que las restricciones de aforo y movilidad hacen que los destinatarios de la llamada de las luces navideñas sean los propios vecinos, y el aumento de visitas a los centros urbanos se hará a costa del comercio de los barrios.

XOAN CARLOS GIL
¿Quién paga la fiesta?
Tradicionalmente las asociaciones de comerciantes corrían con parte del coste de instalación de las luces, aunque los ayuntamientos también ponían de su parte y asumían la factura de electricidad. Este modelo tenía la ventaja de que los comerciantes invertían en función del retorno real, lo que mantenía los costes dentro de lo razonable. Con el tiempo, los ayuntamientos han ido asumiendo cada vez más parte de la factura, integrando la promoción navideña como parte de su estrategia turística. Lo habitual es que se contrata el alumbrado por varios años, de modo que estos compromisos adquiridos pueden haber sido la razón de que no se optase por reducir el gasto en un año tan especial como éste.

ILUMINACIÓN CALLES LUGO | ÓSCAR CELA
Sonrisas forzadas
Para mucha gente la felicidad navideña no es más que un tópico, y es que en sociedades complejas como la nuestra mucha gente pasa estas fiestas sumida en la tristeza. Por ejemplo, quienes padecen soledad, han perdido seres queridos recientemente o sufren dificultades económicas que les dejan al margen del consumo. Esta pieza del periódico nos habla de cómo la viven los sintecho, recordándonos que “la navidad es, de entre todos los días, el momento más triste en la vida de un pobre”.
¿Las mejores navidades del mundo?
Por más que algunos alcaldes se esfuercen en propagar la idea de que la abundancia de leds de colores convierte a sus ciudades en un destino admirado en todo el orbe, la realidad es que las webs especializadas no incluyen ciudades gallegas entre los destinos con más atractivos para disfrutar de la navidad. En esta lista figuran clásicos como Viena, Copenague, Praga, Londres, Budapest, Zagreb, Paris, Edimburgo o Madrid, e incluso ciudades más pequeñas como Salerno, Reims o Colmar. En general, las propuestas mejor valoradas lo son por la diversidad, originalidad y buen gusto de sus apuestas, que en algunos casos cuentan con la participación de artistas y de los propios vecinos que se implican en el adorno de sus calles y plazas.

PIAZZA FLAVIO GIOIA | SALERNO (ITALIA)
La factura medioambiental
Finalmente no podemos dejar de mencionar el coste medioambiental de nuestros excesos navideños. Este artículo del año pasado nos recuerda que el alumbrado navideño tiene un reverso oscuro en forma de emisiones de CO2 y contaminación lumínica. Estas contradicciones nos recuerdan que vivimos en tiempos de cambio, y que aún no hemos sido capaces de conciliar la viabilidad de nuestro sistema económico con el cuidado del medio ambiente del que depende nuestra supervivencia a medio y largo plazo.